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lunes, 17 de agosto de 2020

Los problemas que encierra la instantaneidad

Los problemas que encierra la instantaneidad 

Nuestra sociedad gira vertiginosamente y apuesta por el cambio constante. Según Zygmunt Bauman en nuestra era todo lo que nos rodea adquiere proporciones líquidas, en el sentido de que las condiciones de vida se modifican constantemente y no permiten que los hábitos o las costumbres se consoliden. La sociedad gira vertiginosamente y antes de que podamos dar por cierta alguna cosa, ésta ya se ha modificado. Así, la gran habilidad que se demanda en nuestros días es ser veloces para adaptarnos a las nuevas circunstancias. Y es que de cierta forma, pareciese como si a nivel social se hubiese traspasado el miedo al cambio por el miedo al estancamiento.

Pero estas ideas fueron mejor expresadas en palabras de Paul Valéry: “La interrupción, la incoherencia, la sorpresa son las condiciones habituales de nuestra vida. Se han convertido incluso en necesidades reales para muchas personas, cuyas mentes sólo se alimentan de cambios súbitos y de estímulos permanentemente renovados. Ya no toleramos nada que dure. Ya no sabemos cómo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruto.” Y lo cierto es que la instantaneidad no sólo implica una satisfacción inmediata, en el aquí y el ahora; sino que también propicia la desaparición inmediata del interés.

Un ejemplo muy curioso relacionado con la instantaneidad y el compromiso se muestra en el libro “Modernidad líquida” donde se menciona que Richard Sennet se dedicó por un tiempo a observar a algunas de las personas más potentes del mundo con el objetivo de conocer qué motivaciones les permitían mantenerse en marcha y continuar con nuevos proyectos. Los resultados fueron un tanto asombrosos, incluso para el mismo Sennet.

La personalidad de Bill Gates fue uno de los productos más emblemáticos de la era de la instantaneidad. ¿Por qué? Sennet afirma que Bill Gates “parece libre de la obsesión de aferrarse a las cosas. Sus productos aparecen furiosamente y desaparecen con igual rapidez”.
Obviamente, esto no es del todo negativo porque esta facilidad para no comprometerse con los trabajos le permite a Bill Gates comenzar a recorrer diferentes caminos, al fin y al cabo, no estará demasiado tiempo en cada uno de ellos. Esto le presenta todo un mundo de posibilidades donde se puede errar pero también existe la posibilidad de recorrer otro camino.

Así, la instantaneidad y la falta de compromiso por un lado son positivas porque nos permiten abrirnos a un sinfín de posibles caminos y a la misma vez nos ayuda a eliminar el miedo al fracaso: al fin y al cabo siempre podremos emprender otra vía. Pero esta actitud también encierra algunos riesgos que en el momento preciso debemos valorar si estamos dispuestos a correr. El más importante de los riesgos, al menos desde mi perspectiva, es precisamente la falta de compromiso con lo que hacemos. El compromiso nos hace estar ligados (que no atados) a ciertas metas, le brinda un sentido diverso a las mismas y nos hace trabajar con mayor empeño, con más motivación y amor. Estos sentimientos, obviamente, pueden desligarse del trabajo o de cualquier tarea que emprendamos, pero… ¿realmente queremos hacerlo?

Pero quizás estas reflexiones no son sino el fruto de alguien que continúa apegándose a las viejas formas de hacer las cosas en las cuales uno se compromete y ama verdaderamente los proyectos en los cuales se involucra.

Fuente:
Zygmunt, B. (2004) Modernidad líquida. Argentina: Fondo de Cultura Económica.


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