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viernes, 3 de julio de 2015

El derecho a ser olvidado (y III)

Hasta ahora, nos habíamos planteado esta cuestión como el derecho a que nuestros datos personales sean borrados de las bases de datos, cuando desaparezcan las circunstancias por las que fueron almacenados; pero también existe otra acepción que va más allá del habeas data y que afecta de forma más genérica a laintimidad de las personas. La sentencia9313/2011, de 12 de diciembre, del Tribunal Supremo, definió la intimidad –desde el punto de vista jurisprudencial– como la esfera de la personalidad que no puede ser traspasada por las acciones de conocimiento y difusión ajenos, y que incluye, además del secreto y de las circunstancias de carácter íntimo, aquellas situaciones que es necesario preservar de la comunicación pública, para garantizar el normal desenvolvimiento y la tranquilidad de los titulares particulares sin que, en modo alguno, y fuera de los casos permitidos por la ley o las mismas circunstancias, se admitan intromisiones extrañas. El derecho que tenemos a que se respete nuestra vida privada garantiza no solo su inviolabilidad sino la protección frente a la publicación indebida de datos particulares o familiares, aunque no sean secretos, y prescindiendo de si son ciertos o inciertos (sentencias del Tribunal Constitucional 170/1987, de 30 de octubre; 231/1988 de 2 de diciembre, y 197/1991 de 17 de octubre).

Se trata –según el Tribunal Supremo– de garantizar el derecho a que los aspectos de la vida personal se respeten a ultranza, independientemente de que sean verdaderos o de que no constituyan un secreto o fuesen datos de carácter íntimo, es el llamado derecho al olvido de la jurisprudencia francesa, que la española ha optado por llamar derecho a vivir en pazen tranquilidad. ElAlto Tribunal español ya había reiterado esta jurisprudencia en otra reciente resolución, la sentencia 4049/2011, de 15 de junio.

El derecho a ser olvidado

El derecho a ser olvidado (II)

El auto 19/2012, de 27 de febrero, de la Audiencia Nacional, ha puesto de manifiesto la complejidad que conlleva ejercer este derecho a ser olvidado en internet. El caso que se planteó fue el siguiente: el 23 de noviembre de 2009, un vecino de El Escorial (Madrid) ejercitó su derecho de oposición –uno de los derechos ARCO sobre tratamiento de datos personales que ya tuvimos ocasión de conocer en otro in albis– porque al introducir su nombre en el buscador Google entre los resultados aparecía la referencia a una página del periódico La Vanguardia con enlaces a una subasta de inmuebles relacionada con un embargo por deudas a la Seguridad Social que, según el afectado, ya estaba totalmente solucionado y resuelto desde hace años y carecía de relevancia actualmente.

Como el diario catalán le contestó diciendo que no procedía a la cancelación de sus datos, porque la publicación se realizó por orden del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales a través de su Secretaría de Estado de la Seguridad Social; escribió a Google Spain S.L., para ejercer su derecho de oposición solicitando que, al introducir sus nombre y apellidos, no apareciesen esos resultados. La respuesta de la multinacional californiana fue que debería dirigirse al webmáster de la página que publicó esos datos en internet.

El 5 de marzo de 2010, el afectado presentó una reclamación en la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), solicitando, entre otras cosas, que se exigiese al responsable de la publicación on line de La Vanguardia que eliminase o modificase la publicación para que no apareciesen sus datos personales o bien utilizase las herramientas facilitadas por los buscadores para proteger su información personal; se instruyó expediente por denegación del derecho de cancelación de datos y se dictó una resolución el 30 de julio de 2010 que estimaba la reclamación contra Google (no contra el periódico, que motivó su negativa a cancelar aquellos datos por tener una justificación legal); pero el famoso buscador presentó un recurso en la Audiencia Nacional contra la AEPDdonde surgió el problema de fondo de este derecho.

Durante el proceso se aportaron diversas resoluciones judiciales de reclamaciones similares que se habían presentado en otros países de nuestro entorno (Italia, Francia o Bélgica) en los que sus órganos judiciales habían decidido que las peticiones de cancelar los datos no eran admisibles porque la sede central de Google no se encontraba en ningún Estado miembro de la Unión Europea; por lo que, al ejecutar su tratamiento de datos mediante servidores ubicados en EEUU, dicho tratamiento estará sometido a la normativa californiana de Protección de Datos.

A diferencia de los tribunales italianos, franceses o belgas, la Audiencia Nacional tuvo en cuenta algo evidente: sostener que la indexación de datos procedentes de páginas web situadas en España, en relación con una información publicada en España, en base a una norma legal española, que afecta a datos de un ciudadano español y que fundamentalmente puede tener una repercusión negativa, a juicio del afectado, en su entorno personal y social sito en España (centro de intereses), tenga que defender la tutela de su derecho a la protección de datos en EEUU, por ser el lugar que el gestor del buscador ha elegido para ubicar los medios técnicos, colocaría a los afectados en una situación de especial vulnerabilidad e impediría o dificultaría enormemente la tutela eficaz de este derecho que podría resultar incompatible con el espíritu y finalidad que inspira la Directiva [95/46/CE] y, sobre todo, con una tutela eficaz de un derecho fundamental contenido en la Carta Europea de Derechos Fundamentales.

Por todo ello, la Audiencia Nacional no ha resuelto aún la reclamación de Google contra la AEPD sino que, al amparo del Art. 267 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, la sala de lo contencioso administrativo de este órgano judicial ha planteado una cuestión prejudicial de interpretación al Tribunal de Justicia de la Unión Europea para que sea él quien indique si ¿debe interpretarse que los derechos de supresión y bloqueo de los datos, (regulados en el Art. 12.b) y el de oposición (regulado en el Art. 14.a de la Directiva 95/46/CE) incluyen la posibilidad de que el interesado puede dirigirse frente a los buscadores para impedir la indexación de la información referida a su persona amparándose en su voluntad de que la misma no sea conocida por los internautas cuando considere que puede perjudicarle o desea que sea olvidada, aunque se trate de una información publicada lícitamente por terceros? La respuesta tardará en llegar.

El derecho a ser olvidado (I)

El 29 de abril de 2006, el Comité de Ministros del Consejo de Europa –la organización paneuropea que reúne a 47 países del Viejo Continente (es decir, todos excepto la habitual oveja negra: Bielorrusia)– decidió que, a partir de entonces, cada 28 de enero se celebraría el Día Europeo de la Protección de Datos. ¿Por qué esa fecha en concreto? Fue un homenaje al día en que se abrió a la firma (para ratificarlo) elConvenio nº 108 del Consejo de Europa, de 28 de enero de 1981, para la protección de las personas con respecto al tratamiento automatizado de datos de carácter personal que –según este organismo– ha sido la piedra angular de la protección de datos, tanto en Europa como en el resto del mundo, durante más de 30 años.

En 2012, el Parlamento Europeo –donde “sólo” están representadas las 27 naciones de la Unión Europea– aprovechó esta celebración para comentar algunos de los datos publicados en el Eurobarómetro (sondeo que analiza la opinión pública europea) relativo a la protección de datos. Las conclusiones más significativas fueron que: el 74 por ciento de los europeos considera que revelar información personal forma parte de nuestra vida moderna; que el 75 por 100 opina que deberían poder borrar la información y los datos personales que los sitios web almacenan sobre ellos y, finalmente, que el 67 por ciento de los europeos ni tan siquiera sabe que en su país existe una autoridad responsable de la protección de sus derechos relacionados con los datos privados (en España, la AEPD).

Con esta base, Europa tiene algunos deberes pendientes: actualizar la Directiva 95/46/CE, de 24 de octubre, para adecuarla a los requisitos exigidos por la era digital, unificar los ordenamientos jurídicos de los distintos Estados miembros y –como ha señalado la eurodiputada Birgit Sippel– garantizar a todos los ciudadanos europeos el derecho a ser olvidados, de forma que sus datos sean borrados cuando desaparezcan las circunstancias para las que fueron almacenados.

10 consejos para aprender idiomas de un experto


10 consejos para aprender idiomas de un experto


Matthew Youlden habla nueve idiomas fluidamente y entiende casi una docena más. Trabajamos en la misma oficina en Berlín, así que le oigo usar sus habilidades constantemente, cambiando de idioma cual camaleón cambiando de color. En realidad, durante mucho tiempo ni siquiera llegué a sospechar que era británico.
Cuando le comenté a Matthew que me estaba costando muchísimo esfuerzo llegar a comprender tan solo un segundo idioma, se descolgó con los siguientes consejos. Si eres de los que piensa que nunca llegarás a ser bilingüe, ¡más te vale tomar nota!

1. Tienes que tener claro por qué lo estás haciendo

Puede parecer obvio, pero si no tienes un buen motivo para aprender otro idioma, es muy probable que, a la larga, se te acabe la motivación. Querer impresionar a tus amigos con tu nivel de francés no es un motivo demasiado bueno, pero querer conocer de verdad a una persona francesa en su propio idioma es definitivamente otra cosa. Sea cual sea tu motivación, cuando decides aprender un nuevo idioma, lo realmente importante es comprometerse al máximo:
“Vale, quiero aprender esto, y por eso voy a hacer todo lo que pueda en este idioma, con este idioma y por este idioma.”

2. Sumérgete

Ya te has hecho la promesa, te has comprometido. ¿Y ahora qué? ¿Hay algún tipo de camino correcto para aprender? Matthew recomienda el “enfoque maximizado de 360°”: no importa qué herramientas uses para aprender el idioma, lo importante es que practiques todos y cada uno de los días.
“Yo tiendo a querer absorber cuanto más mejor desde el principio, de manera que, si estoy aprendiendo algo, lo llevo al extremo e intento usarlo a lo largo del día. Conforme la semana avanza, intento pensar en ese idioma, intento escribirlo e incluso me hablo a mí mismo en ese idioma. Para mí, en realidad, todo consiste en poner en práctica lo que sea que estés aprendiendo, ya sea escribiendo un email, hablando contigo mismo, escuchando música u oyendo la radio. Rodearte y sumergirte en la cultura del idioma que estás aprendiendo es extremadamente importante.”
Recuerda que el mayor beneficio de hablar otro idioma es poder comunicarte con otros. Ser capaz de mantener una conversación sencilla es una recompensa increíble en sí misma. Alcanzar metas de este tipo pronto hará que te sea más fácil seguir motivado y practicando:
“Siempre tengo en la cabeza que, en realidad, se trata de adaptar la manera en la que tú piensas a la manera en la que se piensa en ese idioma. Obviamente no hay solo una manera en la que un hablante de español, de hebreo o de holandés piensa, pero el truco está en usar el idioma para construir tu propia realidad idiomática.”

3. Encuentra un compañero

Matthew aprendió varios idiomas junto con su hermano gemelo Michael, ¡quienes abordaron su primer idioma, el griego, cuando tenían solo ocho años! Matthew y Michael, o los Super Polyglot Bros (como me gusta referirme a ellos), adquirieron sus superpoderes a base de la tan tradicional rivalidad entre hermanos:
“Estábamos motivados y todavía lo estamos. Nos empujamos el uno al otro a seguir adelante. Si mi hermano se da cuenta de que yo estoy haciendo más que él, se pone un poco celoso e intenta superarme (creo que eso es porque él es mi gemelo, yo soy el original) y lo mismo en el sentido opuesto.”
Por lo tanto, aunque no tengas un hermano o hermana que te acompañe en tu aventura para aprender idiomas, tener un compañero o compañera te empujará a seguir intentándolo un poco más y a permanecer motivados:
“Creo que es un enfoque fantástico. Tienes a alguien con quien puedes hablar y, al final, esa es la idea básica detrás del proceso de aprender un idioma.”

4. Mantenlo relevante

Si tu objetivo desde el principio es mantener una conversación, es más improbable que te pierdas en libros de texto y manuales. Hablar con gente hará que el proceso de aprendizaje siga siendo relevante para ti:
“Estás aprendiendo un idioma para poder usarlo. No vas a hablar solo contigo mismo. La parte creativa del asunto está en ser capaz de poner el idioma que estás aprendiendo en una disposición diaria más general y útil, ya sea escribiendo canciones, intentando hablar con gente o usándolo cuando vas al extranjero. Pero no hace falta que vayas al extranjero, puedes ir al restaurante griego que está al final de la calle e intentar pedir la comida en griego.”

5. Diviértete

Usa tu nuevo idioma de cualquier forma que sea creativa. Los Super Polyglot Bros practicaban el griego escribiendo y grabando canciones. Piensa en alguna manera divertida de practicar tu nuevo idioma: haz un programa de radio con un amigo, dibuja un cómic, escribe un poema o trata de hablar en él con quien puedas. Si no eres capaz de encontrar una manera divertida de practicar tu nuevo idioma, hay muchas posibilidades de que no estés siguiendo el epígrafe 4…

6. Actúa como un niño

Con esto no quiero decir que tengas rabietas o que te llenes el pelo de comida cuando vas a un restaurante, sino que intentes aprender como lo hacen los niños. Se está demostrando que la hipótesis de que los niños son intrínsecamente mejores aprendiendo que los adultos es un mito. Nuevas investigaciones no son capaces de encontrar una relación directa entre la edad y la capacidad de aprender. Puede ser que la llave para ser capaces de aprender tan rápido como lo hacen los niños esté en tomar determinadas actitudes infantiles: falta de conciencia de uno mismo (en el sentido de estatus social), el deseo de jugar en la lengua y la disposición a cometer errores.
Aprendemos a base de equivocarnos. Cuando somos niños, se espera que cometamos errores pero cuando somos adultos, los errores se convierten en algún tipo de tabú. Es más probable que un adulto diga “no sé” antes que “no he aprendido eso todavía” (no sé nadar, no sé conducir, no sé hablar inglés). Que te vean equivocándote o, incluso, teniendo dificultades es un tabú social que no afecta a los niños. Cuando aprendes un idioma, admitir y aceptar que no lo sabes todo es la llave para alcanzar crecimiento y libertad. Despréndete de tus barreras de adulto.

7. Abandona tu zona de confort

No tener miedo a cometer errores significa estar preparado para ponerte a ti mismo en situaciones potencialmente embarazosas. Esto puede dar un poco de miedo, pero es la única manera de desarrollarse y mejorar. No importa cuando estudies, nunca hablarás un idioma si no te pones a ti mismo en esa situación: háblales a extranjeros en su idioma, pregunta direcciones, pide la comida, intenta hacer chistes. Cuanto más veces lo hagas, mayor será tu zona de confort y mayor será la facilidad con la que te enfrentarás a nuevas situaciones:
“Al principio te vas a encontrar dificultades: tal vez sea la pronunciación, o la gramática, tal vez sea la sintaxis, o que no entiendas los dichos. Pero creo que lo más importante es tratar de desarrollar ese “sentido del idioma”. Cada hablante nativo tiene un sentido de su idioma, y eso es, básicamente, lo que te convierte en un “hablante nativo” si puedes hacer de ese idioma el tuyo.”

8. Escucha

Tienes que aprender a caminar antes de aprender a correr. En el mismo sentido, tienes que aprender a escuchar antes de aprender a hablar. Cualquier idioma suena raro la primera vez que lo escuchas, pero cuanto más lo escuchas más familiar se vuelve y más fácil te será hablarlo:
“Somos capaces de pronunciarlo todo, solo que no estamos acostumbrados a hacerlo. Por ejemplo, el sonido de “r” fuerte no existe en la variante de inglés que yo hablo, pero cuando estaba aprendiendo español había palabras con esa “r” fuerte, como “perro” o “reunión”. Para mi, la mejor manera de aprender a dominar ese sonido era oírlo constantemente, escuchándolo; luego, tratar de visualizar o imaginar cómo se supone que hay que pronunciarlo, ya que para cada sonido hay una parte específica de la boca o de la garganta que hay que usar.”

9. Mira a otros hablando

Idiomas distintos demandan cosas distintas de tu lengua, labios y garganta. La pronunciación es tanto física como mental:
“Una manera (aunque puede sonar un poco extraño) es observar cuidadosamente a otros mientras dicen palabras que usan ese sonido, y luego tratar de imitarlo tanto como sea posible. Créeme, puede ser difícil al principio, pero lo conseguirás. En realidad es algo fácil de hacer, solo necesitas practicar”
Si no puedes observar e imitar a hablantes nativos en vivo, ver películas extranjeras o televisión en versión original puede ser un buen sustituto.

10. Háblate a ti mismo

Si no tienes a nadie con quién hablar en el idioma que estás aprendiendo, no hay nada malo en hablarte a ti mismo:
“A lo mejor parecerá que estás loco, pero, en realidad, hablar contigo mismo en un idioma es una buena manera de practicar si no tienes a nadie más con quién hacerlo.”
Esto puede ayudarte a mantener nuevo vocabulario o nuevas frases bastante frescas en tu mente, de manera que te sentirás más confiado cuando tengas que usarlas con otra persona.

Bonus: ¡Relax!

Nadie se va a molestar por que le hables en su idioma aunque sea mal. Si empiezas cualquier interacción con un “Estoy aprendiendo el idioma y me gustaría practicar…” la mayoría de la gente será paciente, te apoyará y te animará a seguir. Incluso si hay aproximadamente mil millones de hablantes de inglés no nativos en el mundo, la mayoría de ellos preferirá hablar su propio idioma si tiene la posibilidad. Tomar la iniciativa de introducirse en el mundo idiomático de alguien facilitará el trato y los pondrá en una disposición más positiva:
“Está claro que puedes viajar al extranjero hablando solo tu idioma, pero le sacarás mucho más partido si puedes sentirte cómodo en el lugar que estés, siendo capaz de comunicarte, de entender y de relacionarte en cualquier situación que puedas imaginar.”

Entonces, ¿de qué se trata todo esto?

Hemos estado hablando sobre CÓMO empezar a aprender un idioma, pero, ¿todavía no terminas de ver POR QUÉ aprenderlo? Matthew tiene una última observación que hacer:
“Yo creo que cada idioma representa una manera distinta de ver el mundo. Si puedes hablar un idioma, entonces tienes una manera diferente de analizar e interpretar el mundo a la de un hablante de otro idioma. Incluso si son dos idiomas bastante similares como el portugués y el español, que son hasta cierto punto inteligibles mutuamente, son al final dos mundos distintos, dos mentalidades distintas.”
“Por lo tanto, habiendo aprendido otros idiomas y habiendo estado rodeado de muchos idiomas distintos, no podría elegir solo uno. Eso significaría renunciar a la posibilidad de ser capaz de ver el mundo de una manera distinta. En realidad no solo de una manera, sino de muchas maneras distintas. Así que, para mí, el modo de vida monolingüe es el más triste, solitario y aburrido de ver el mundo. Hay tantas ventajas en aprender idiomas que no puedo pensar ninguna razón para no hacerlo.”
Matthew The Polyglot
Traducido por Alberto Adame