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viernes, 21 de agosto de 2020

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INFLUENCES: ESQUIZOANÁLISIS. ESKRIMA VIEWS.

INFLUENCES: ESQUIZOANÁLISIS. ESKRIMA VIEWS.


Esquizoanálisis es una teoría alternativa del psicoanálisis y a la vez contrapuesta a este. Lo ataca en dos puntos principales que conciernen tanto a su teoría como a su práctica: su culto a Edipo y su reducción de la libido a catexis familiaristas, incluso bajo las formas encubiertas y generalizadas del simbolismo. Esta tendencia filosófica contiene una gran crítica al psicoanálisis: a lo largo de todos sus escritos Deleuze y Guatari desarrollaron un replanteamiento de la temática Psicoanalítica; planteamiento en el cual si bien se admiten los principales descubrimientos freudianos, como el inconsciente, se los separa de su exclusiva localización en la familia y en el Edipo. Deleuze y Guatari politizan, socializan, desfamiliarizan y se alejan del concepto de Edipo del psicoanálisis, liberando las potencialidades afirmativas del inconsciente restringido por los psicoanalistas ortodoxos, al campo personal y familiar.
1208966_3496471548265_467852356_nEl término fue introducido por Gilles Deleuze y Félix Guattari y es desarrollado principalmente en su libro que muchos consideran más importante: Capitalismo y Esquizofrenia y se compone de dos volúmenes: El Antiedipo y Mil mesetas. El período en el que se escribió el conjunto de la obra de estos autores va desde 1965 hasta el final del siglo pasado. Sin duda, uno de sus momentos principales estuvo relacionado con los eventos del Mayo Francés de 1968.
El esquizoanálisis no es un método, sino una modulación. No es considerado como una disciplina sino como una forma de pensar, una forma de análisis permanente, que busca introducir al deseo en la producción y la producción en el deseo.
El esquizoanálisis tiene como “adversarios” relativos más predominantes al capital, al Estado, a las “mayorías” dominantes, es decir, a todo y cualquier modo y forma de dominación, explotación, mistificación, perpetuación y destrucción por la destrucción tanto del individuo como el concepto de grupo.
Os dejamos en esta entrada una imagen, un montaje típico ya en nuestros blog con un frase más que recurrente de Deleuze, para luego pasar a un vídeo que no tiene desperdicio. El vídeo es relativo a una entrevista que Deleuze accedió a que le hicieran ( no era muy dado a este tipo de cosas). El ‘Abecedario’ es el afamado documental sobre Gilles Deleuze realizado por Pierre-André Boutang. Fue difundido póstumamente, a petición del mismo pensador, y está constituido por ocho horas de entrevistas en conversación con Claire Parnet ( amiga personal y ex-alumna del Deleuze) que datan de 1988-1989. La entrevista realizada por Pierre-André Boutang para ediciones Montparnasse toma el formato de Abecedario. Parnet va presentando palabras cuya inicial sigue el alfabeto y Deleuze desarrolla con ellas su pensamiento de una forma muy esclarecedora al respecto de lo que significa el esquizoanálisis.

gilles_deleuze la fuente
Ya que el abecedario es muy extenso, hemos optado por compartir el relativo a la D…de deseo.

Los tres principios económicos de la sostenibilidad


Los tres principios económicos de la sostenibilidad


Las tres vertientes de la sostenibilidad

Nos ocupamos a menudo de la sostenibilidad medioambiental, también hemos hablado de la social. Ahora le toca a la vertiente económica.
Muchos de nosotros podemos encontrar la economía como una disciplina confusa, aburrida o incluso en nuestros días, deprimente. La teoría económica parece demasiado abstracta para ser relevante en nuestro día a día. Incluso aunque entendamos los conceptos, no parecen coincidir con nuestra realidad cotidiana.
Alguna de estas críticas son válidas, pero quizás se refieran más a la forma en que se enseña la economía que a la realidad económica en sí. A pesar de la complejidad y lo abstracto de las teorías económicas, los principios básicos de la economía son bastante sencillos.
El propósito fundamental de una economía es satisfacer las necesidades materiales e inmateriales de las personas como individuos
La esencia de la economía se puede resumir en tres principios básicos: escasez, eficiencia y soberanía. Estos principios no fueron creados por los economistas, sino que son principios básicos del comportamiento humano.

Escasez

La escasez es un principio esencial de la sostenibilidad económica. Las cosas tienen valor económico sólo si son escasas. El valor económico es diferente del valor intrínseco, ya que el valor intrínseco está determinado por la necesidad, mientras que el valor económico está determinado por la escasez.
Por ejemplo, el aire es sin duda valioso para la vida humana pero no tiene ningún valor económico. El aire sólo se vuelve económicamente valioso cuando está suficientemente restringido o contaminado para hacer del aire limpio un bien escaso. Es entonces cuando nos vemos obligados a pagar los costes de limpiar el aire disponible. El aire entonces tiene un valor económico. Esto que puede sonar simple, pero no es fácil entender que la economía no siempre valora las cosas realmente importantes.
Algo cuanto menos escaso, tiene menos valor económico: es la Ley de los rendimientos decrecientes. Las leyes económicas de la oferta y la demanda derivan directamente de este principio económico básico.
El primer plato que nos sirven para comer puede estar muy bueno, si la persona tiene hambre. El segundo plato puede gustarnos también, pero con el tercero o cuarto la mayoría de la gente ya hemos tenido más que suficiente. Como resultado, la cantidad de algo que los consumidores estamos dispuestos a comprar varía inversamente con su precio: es la Ley de la Demanda.
los consumidores en ocasiones sufren escasez
Como las personas gastamos cada día más tiempo y energía produciendo cosas, necesitamos los salarios más altos para compensar la escasez cada vez mayor de tiempo y energía para otros cosas. Así pues la cantidad de trabajo que estamos dispuestos a realizar varía directamente con nuestro salario. Como resultado, los empresarios que contratan a los trabajadores están dispuestos a producir mayores cantidades de cosas sólo si pueden conseguir precios más altos para cubrir sus costes crecientes de producción. Las cantidades suministradas por la cadena de producción varían directamente en relación con los precios: es la Ley de la Oferta.

Las Leyes de la Oferta y la Demanda son reflejos de nuestro comportamiento como humanos
Cuando algo se vende más, los costes de producción sube pero su valor para los compradores va hacia abajo, hasta que los compradores están dispuestos a pagar lo suficiente para cubrir los costos adicionales de producción. En este punto, los compradores compraría más sólo si los precios son más bajos pero los vendedores venderían más sólo si los precios fueran más altos. Esto es el precio de mercado.

Eficiencia

Este concepto también es esencial para la vertiente económica. La eficiencia económica se refiere al valor económico en relación con el coste económico. Cuanto mayor sea el valor en relación con los costos, mayor será la eficiencia.
Los recursos naturales y humanos que se utilizan para producir cosas de valor económico a menudo tienen una variedad de usos alternativos. Madera, carbón, petróleo y gas natural, por ejemplo, pueden ser utilizados por una variedad de medios en la fabricación, la generación de electricidad, transporte y calefacción. Muchos trabajadores tienen gran variedad de talentos, y por lo tanto, una amplia variedad de oportunidades de empleo. La eficiencia económica se logra poniendo los recursos humanos y naturales en su más alto o mejor uso económico.

Soberanía

La Soberanía o libertad para elegir es el principal concepto de la sostenibilidad económica. Si las personas no son libres para tomar decisiones económicas los conceptos de escasez y eficiencia importan poco. Las personas debemos ser libres para determinar nuestras necesidades por nosotras mismas, sin presiones de otros. Debemos tener la información precisa para poder determinar el valor final de las cosas antes de decidir comprarlas y evitar así lamentos.
La mayoría de los economistas asume que las personas son soberanas sin cuestionar si realmente lo son. Después de todo, nadie nos obliga a comprar cosas, pero se emplea un montón de dinero cada año en publicidad diseñada para persuadir para que compremos cosas que no necesitamos.
Además, muchas personas han sacrificado su soberanía económica por medio de un endeudamiento excesivo que limita sus oportunidades económicas futuras. Por lo tanto, la soberanía económica es esencial para la sostenibilidad económica.
Este es el enlace al articulo original en inglés.
¿Crees que para vivir en una sociedad sostenible, tenemos que respetar estos principios?

La corriente objetiva y la corriente subjetiva: Un debate entre economía política y simplemente economía.

La corriente objetiva y la corriente subjetiva: Un debate entre economía política y simplemente economía. 
Una perspectiva crítica Álvaro Albán Moreno Jorge Alberto Rendón V. 

Resumen 

En este ensayo, los autores buscan como telón de fondo, fomentar la discusión en torno a los principios esenciales de la disciplina económica. Esta es una discusión no exenta de matices políticos e ideológicos. La economía, como campo disciplinar social, es campo de batalla de las pasiones e intereses humanos y del pensamiento que consciente o inconscientemente da cuenta de ello. Quienes presentan este trabajo, encuentran necesario, oportuno y prudente para el programa de economía de la Universidad Libre y comunidad académica en general, proponer e insistir en este debate en un contexto en el que las ideas económicas y sus principios subyacente, son determinantes de las decisiones sociales, políticas y económicas; y cuyos resultados dejan en duda que se esté avanzando hacia la superación de las carencias humanas fundamentales. En consecuencia, se abordan en el trabajo, desde una perspectiva crítica y con la advertencia de lo inacabado de esta discusión, cinco preguntas sobre la disciplina, relacionadas con su objeto de estudio; su método; y los sustentos filosóficos, epistemológicos y teóricos con los que se edifican dos de sus enfoques principales: las teorías subjetiva y objetiva del valor. Además, se expone una reflexión respecto a la evolución futura de este campo cientíífico. Este trabajo pretende también, aportarle a quien se inicia en el estudio de la ciencia económica, un referente de análisis, estudio y confrontación conceptual. 

This article pretends to discuss basic principles of economics. As discussion it might include certain political and ideological aspects. As social discipline, economy is based on human passions and interests and deals with the thought that consciously or unconsciously refers to those subjects. The authors of this article think it is necessary –for the School of Economics of the Universidad Libre and its whole academic community- not only to propose but to insist on the argument according to which economic ideas and their related principles determine social decisions, both economic and political ones, whose effects and results make clear that no clear response is given to basic human needs. Consequently, five questions are to be tackled critically in this essay, stating discussion is not over yet, concerning to the object of study of economic science, its methods, its theoretical, philosophical and epistemological supports, all of which have contributed to build the two main economic approaches: subjective and objective theories of vale. Besides there is an explanation regarding to the future evolution of this scientific subject. This article also looks forward to guide all those who have decided to study economics in an analytical and conceptual sense. Palabras clave Teoría objetiva de valor; teoría subjetiva del valor; método; epistemología; filosofía; teoría; economía política, objeto de estudio. 

La importancia de una decisión puede medirse por el número de personas afectadas por la decisión y por los recursos materiales y financieros involucrados. (Blank,1990,76)


Introducción 

Una de las mayores dificultades del iniciado en Economía se relaciona con la discusión sobre los aspectos filosóficos, epistemológicos y de orden metodológico concernientes a la disciplina. En realidad, los elementos curriculares y formativos relativos a estos temas no tienen presencia significativa en la educación media y por lo tanto los estudiantes al llegar a la universidad carecen, en general, de nociones que faciliten adentrarse en este terreno. Las presentes notas tienen como finalidad propiciar, a nivel introductorio y de manera crítica, la comprensión de los aspectos y elementos metodológicos, filosóficos y epistemológicos que diferencian las corrientes objetiva y subjetiva de la teoría económica. Pero, ¿qué se entiende por filosofía, epistemología, y metodología? Es importante hacer una breve aproximación al significado de estos términos con el fin de abordar, con mayor claridad, la discusión que será planteada posteriormente. Dentro del alcance de este trabajo, lo filosófico identifica la esencia y el origen de la explicación en que se sustentan los objetos de estudio, la explicación de la realidad misma que interesa a la disciplina y su razón de ser. La filosofía como actividad del pensamiento y del conocimiento ha dado origen, a lo largo de la historia, a un debate importante, agrupado en escuelas filosóficas, sobre diversos aspectos tales como el origen del ser, su significado y la razón de su existencia; el significado del conocimiento y su relación con la realidad; las explicaciones sobre la existencia de la realidad misma, la materia y el universo; los conceptos de eternidad, movimiento, inmutabilidad, etc. Las respuestas a estos aspectos se traducen en generalidades sobre las cuales se edifican y apoyan las particularidades y especificidades de las diferentes ciencias. En otras palabras, mientras las matemáticas, la física, la biología, la sicología y demás ciencias estudian un área determinada de la realidad o exploran el mundo de las ideas (lo fáctico y lo formal), la filosofía estudia la realidad haciendo abstracción de las ideas en su totalidad y aborda el significado y el sentido de la realidad misma (Vélez, 1981). Por lo tanto, la filosofía puede imponer criterios a todas las ciencias sin que éstas puedan imponer criterios al saber filosófico. Respecto a lo epistemológico, sus raíces etimológicas conducen al griego episteme, que significa conocimiento, y logía que traduce estudio: la epistemología estudia la naturaleza y validez del conocimiento. También ha sido llamada teoría del conocimiento, o gnoseología y en las últimas décadas es conocida como filosofía de la ciencia. Por lo tanto, lo epistemológico reconoce la forma como se produce el conocimiento y los referentes conceptuales específicos mediante los cuales éste se valida y se expresa en teorías. El propósito de la epistemología es distinguir la ciencia auténtica de la seudociencia; la investigación profunda de lo superficial, la búsqueda de la verdad de sólo un modus vivendi. También debe ser capaz de criticar programas y aun resultados erróneos, así como de sugerir nuevos enfoques promisorios. El problema fundamental que ocupa a la epistemología es el de la relación sujeto-objeto. En esta teoría se le llama “sujeto” al ser cognoscente y “objeto” a todo proceso o fenómeno sobre el cual el sujeto desarrolla su actividad cognitiva. De este modo, el problema se presenta en la relación de quien conoce y lo que es cognoscible. En esencia, se trata de la naturaleza, carácter y las propiedades específicas de la relación cognoscitiva, así como de las particularidades de los elementos que intervienen en esta relación. Lo metodológico plantea el punto de partida para la determinación de los diferentes objetos de estudio en discusión en este artículo. El método se refiere al procedimiento ordenado y coherente que se sigue para establecer los aspectos significativos de los hechos y fenómenos estudiados, cuyo fin es hallar y enseñar lo que en materia de ciencia es la “verdad”. El primer paso relacionado con el método en cada ciencia es establecer el “¿qué se va a estudiar?”, es decir, es necesario definir previamente un objeto de estudio. La definición del objeto de estudio permite determinar el alcance del conocimiento abordado por cada disciplina científica. En segunda instancia se debe indagar por otro aspecto, el “cómo”. Todo esto en conjunto provoca los siguientes interrogantes: ¿cómo se pueden acceder al conocimiento del objeto estudiado? ¿Cómo se pueden descubrir sus propiedades y develar las relaciones que lo determinan? ¿Qué procesos del pensamiento y cuáles acciones o actividades cognitivas se deben desarrollar para contestar las preguntas anteriores? ¿Cuáles instrumentos o herramientas serían adecuados para ser utilizados con miras a abordar este proceso? Las tres últimas preguntas, estrechamente relacionadas con la primera, plantean claramente el sentido y el significado del método, y su respuesta para cada ciencia puede dar origen a diversos puntos de vista, tales como lo son aquellos que serán abordados con respecto a la ciencia económica en el presente trabajo, que en este aspecto específico, centra su interés en reconocer el punto de partida u objeto de estudio de las dos posiciones sobre las que se reflexiona.

miércoles, 19 de agosto de 2020

CONCEPTUALIZACIONES SOBRE EL ESTADO EN El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia

CONCEPTUALIZACIONES SOBRE EL ESTADO EN El Anti-Edipo. Capitalismo esquizofrenia
María Alejandra Pagotto
alejandrapagotto@yahoo.com.ar
(CONICET, IIGG, FSOC - UBA)
Fecha de aceptación: septiembre 11 de 2013
Fecha de recepción: julio 11 de 2013


RESUMEN
Este artículo analiza los aspectos centrales de la concepción del Estado en El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia (1972), en particular los desarrollos ofrecidos en el capítulo tercero: "Salvajes, Bárbaros, Civilizados". La innovadora figura del Estado surge de un juego polifónico, abigarrado, discontinuo y elíptico con Karl Marx a partir de la noción de Modo de producción asiático; con Friedrich Nietzsche considerando la noción de origen y domesticación; y con Sigmund Freud siguiendo la noción de latencia. Los rasgos centrales para su conceptualización se sintetizan en: 1) El Estado despótico (Urstaat) como momento paradigmático de todo Estado y 2) el Estado es entendido como máquina social, en su doble articulación: social (el sistema institucional socio político) y libidinal (el campo del deseo y la subjetivación).
PALABRAS CLAVE: Estado, Urstaat, capitalismo, Deleuze, Marx, Freud.

ABSTRACT
The article analyzes the key aspects of the conception of the State in The Anti-Oedipus. Capitalism and Schizophrenia (1972), in particular the developments offered in chapter three: "Savages, Barbarians, Civilized". The innovative idea of the State arises from a game polyphonic from the notion of Asian Production Mode (Karl Marx), from the concept of origin and domestication (Friedrich Nietzsche), and from the notion of latency (Sigmund Freud). The central features for conceptualization are summarized as follows: 1) The Despotic State (Urstaat) as paradigmatic moment of every State and 2) the State is understood as a social machine, in its double articulation: social (socio-political institutional system) and libidinal (the field of desire and subjectivity).
KEYWORDS: State, Urstaat, capitalism, Deleuze, Marx, Freud.

1. Presentación
En la saga Capitalismo y esquizofrenia de Gilíes Deleuze y Félix Guattari se despliega una filosofía política centrada en torno al análisis del capitalismo y sus desarrollos. Los textos que conforman esta saga son centralmente El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia (1972), Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia (1980) y las clases que Gilles Deleuze dictó en la Universidad de Vin-cennes durante el período comprendido entre la primera edición en francés de El Anti-Edipo y Mil Mesetas, respectivamente. El problema del Estado puede examinarse en una serie de capítulos de estos tres textos.
En este artículo se analizan algunas líneas teóricas alrededor de esta problemática presentes en El Anti-Edipo, en particular los argumentos presentados en el capítulo tercero: "Salvajes, Bárbaros, Civilizados", que permiten reconstruir los aspectos centrales de la concepción del Estado expresada por estos autores. Para esta presentación se tuvo en cuenta especialmente § 8 del capítulo referenciado de El Anti-Edipo, considerando que este dibuja un mapa de conceptos clave para abordar el problema del Estado en dos puntos centrales:
1) el Estado despótico (Urstaat) como momento paradigmático de todo Estado y
2) a partir del descubrimiento de las catexis inconscientes del campo social por el deseo, el Estado es entendido como máquina social, en su doble articulación: social (el sistema institucional socio político) y libidinal (el campo del deseo y la subjetivación).
El Estado como Urstaat1 se presenta como una problemática (v. Deleuze & Guattari, 2005) en el desarrollo del capítulo tercero al abrir un horizonte de sentido, una perspectiva inhabitual de argumentos sobre el Estado que obliga a pensarlo nuevamente. La particularidad de este abordaje consiste en la relación de coproducción de lo real histórico por las formaciones sociales y las formaciones deseantes. Sobre este terreno teórico se enlazan las tesis del § 8.
La problematización del Estado en El Anti-Edipo entra en un juego polifónico, abigarrado, discontinuo y elíptico con Karl Marx a partir de la noción de Modo de producción asiático; con Friedrich Nietzsche a partir de la noción de origen y domesticación; y con Sigmund Freud a partir de la noción de latencia. La construcción de la trama conceptual de El Anti-Edipo se despliega en una enunciación contrastada (v. Deleuze & Guattari, 2005) con esos tres grandes fundadores de discursividad, como los llamó Michel Foucault.
La enunciación filosófica de El Anti-Edipo, y esto se identifica claramente en el parágrafo que analiza esta presentación, es un interminable diálogo con estos tres autores a partir de ellos y contra ellos para pensar un problema de modo diferente a las tradiciones. Es una reactivación y creación de conceptos. Por eso, la escritura de las tesis de El Anti-Edipo es al modo de un palimpsesto.
A partir del entramado conceptual desplegado en el capítulo tercero puede reconstruirse una metodología de análisis del desarrollo histórico efectivo de la forma Estado en el capitalismo. La paradoja sobre la que gira el conjunto del desarrollo de dicho capítulo consiste en que en su funcionamiento el capitalismo se sirve del Urstaat como un límite interior inhibido. El Anti-Edipo sostiene que el Estado capitalista, aun en su versión "democrática", conserva un vínculo con el despotismo. Evidencia de esta relación es el estrecho vínculo entre el capitalismo y las "potencias de muerte", especialmente observable cuando el capitalismo derrama la antiproducción en la producción. La máquina social nunca funciona bien: "Es para funcionar que una máquina social no debe funcionar bien" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 157). A diferencia de otras formaciones en las que esta instancia antiproductiva permanece externa y trascendente a la producción, en el capitalismo permanece incorporada a su propio funcionamiento en falla.
2. Deseo del Estado
En el § 8 el Urstaat ubica al Estado despótico en una situación especial como "origen", olvido y retorno. Esta situación especial como origen, fuera de cualquier línea temporal, conduce a los autores a indicar que el Estado no se formó progresivamente, sino que surgió ya armado. Es decir, la formación asiática -con el Estado que la expresa: el despótico- no es, para los autores, una formación social más entre otras, sino que está en el horizonte de toda la historia: es la formación de base, y sobre este origen pesa un olvido y su reactivación.
El Urstaat, el Estado despótico como categoría, funciona como el modelo de lo que todo Estado quiere o desea ser. El Estado como categoría prepara el terreno para la primera tesis del parágrafo: el Estado despótico es el origen, sobre él pesa el olvido y su retorno (latencia), siendo un solo Estado. La segunda tesis del parágrafo indica que el Estado es deseo de Estado. La conexión entre ambas tesis se sostiene en la operación teórica de colocar en primer plano que "no hay más que el deseo y lo social" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 190) y el deseo forma parte de la infraestructura social.
En el campo del deseo la antiproducción es el correlato de la producción. El deseo inviste el campo social, de modo mediatizado por una instancia sociolibidinal de antiproducción denominada socius. Esta instancia de antiproducción, investida como cuerpo pleno o superficies de registro, se analiza en El Anti-Edipo bajo las figuras de la Tierra, el Déspota y el Capital. Estos tres elementos de tres máquinas sociales diferentes trabajan en el corazón del inconsciente. La producción social y la producción deseante se articulan en distintos tipos de aparatos históricos de socialización del deseo.
La conceptualización del Estado como posición del deseo en el campo social invalida una teoría del Estado en la que el poder procede por represión y/o ideología y en la que "no serían los dispositivos de poder los que agenciarían ni los que serían constituyentes, sino los agenciamientos de deseo las que expandirían las formaciones de poder" (Deleuze, 2004, pp. 20 - 21). El deseo de Estado es una manifestación más de un deseo enfermo, producido de tal modo, ya que nada queda separado del proceso de producción libidinal. El deseo no implica falta alguna y no es un elemento natural.
La dinámica del poder aplasta los puntos de formación del deseo o los deforma. Los códigos sociales operan deformando la producción deseante, subordinándola a las condiciones de reproducción de la estructura social2. El Anti-Edipo pone a la vista cómo la grandiosa fuerza constructora de Estados es la misma que otra fuerza que, actuando en el interior de la vida individual, construye la fortaleza del alma humana y su crueldad. Es el proceso de domesticación del deseo del animal - hombre, la constitución de formaciones coloniales íntimas. Por otra parte, la producción deseante no solo está atravesada por los códigos sociales, sino que también se agita por la emergencia de singularidades deseantes: las figuras esquizias o nómades.
3. El Estado como categoría
El capítulo tercero expone sucesivamente tres tipos de formaciones sociales: salvajes, bárbaros y civilizados. Estas tipificaciones, si bien remiten a la antropología británica del siglo XIX, nada tienen que ver con una cronología evolutiva en el desarrollo del capítulo.
Karl Marx había sintetizado en 1859 algunos ejes centrales -tanto teóricos como metodológicos- de sus estudios en el "Prólogo " a la Contribución a la crítica de la economía política.; allí, entre otros puntos, queda establecida sintéticamente la relación entre las formaciones sociales, los modos de producción y las formas de Estado; a partir de la sucesión de cuatro modos de producción: el asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués (v. Marx, 1975).
Deleuze y Guattari definen las formaciones sociales por procesos maquínicos, y no por los modos de producción. Junto a las tres formaciones sociales que dan título al capítulo (salvajes, bárbaros y civilizados) se despliegan tres categorías de máquinas sociales: territoriales o de linaje, despóticas y capitalistas, a las que corresponden tres formas de Estado. Estas diversas formaciones no son progresivas, sino que coexisten conformando una topología social.
Si bien Marx en el prólogo de 1859 sostiene que las nuevas formas "maduran" en el seno de las antiguas, indicando de este modo la coexistencia de elementos entre las distintas formaciones, en El Anti-Edipo la Historia Universal queda redefinida por sus cortes y sus límites, y no por la continuidad progresiva. Este posicionamiento teórico metodológico permite el desarrollo del objetivo central del capítulo tercero de El Anti-Edipo: mostrar cómo el capitalismo despierta en uno de sus límites la máquina despótica3.
En el § 8 la definición del Estado como categoría remite expresamente al texto de Marx Introducción a Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política de 1857, en el que metodológicamente queda establecido un movimiento de lo abstracto a lo concreto en el análisis histórico de las formaciones sociales. Este movimiento es reproducido en ElAnti-Edipo, lo cual permite que el Estado despótico, en su carácter paradigmático, exprese las relaciones dominantes de un todo no desarrollado o las relaciones subordinadas de un todo más desarrollado, por ejemplo, del Estado capitalista. Aunque el Estado despótico (como categoría más simple) haya podido existir históricamente antes que el Estado capitalista, "en su pleno desarrollo intensivo y extensivo ella puede pertenecer sólo a una forma social compleja, mientras que la categoría más concreta se hallaba plenamente desarrollada en una forma social menos desarrollada" (Marx, 2007, p. 24).
Este principio metodológico se recupera en una enunciación contrastada con la tradición marxista, ya que en ella el Estado despótico es una forma más; mientras que en El Anti-Edipo el Estado despótico, abordado como categoría y origen (Urstaat), deja de ser pensado como una forma particular, y aparece como un elemento común a las otras expresiones estatales. Sin embargo, probablemente este aspecto puede ser comprendido solo una vez conocido el Estado capitalista, y por lo tanto -como indica Marx- bajo su iluminación general (v. Marx, 2007).
La preponderancia en El Anti-Edipo de la noción de máquina social sobre la de modo de producción evidencia que las tesis de Deleuze y Guattari incluyen los desarrollos de las fuerzas productivas y las relaciones de producción en la descripción del funcionamiento de la máquina social, pero los exceden debido a que la tarea principal de la máquina social es codificar el deseo y el miedo que generan los flujos descodificados. El Estado es "una máquina, independiente de toda metáfora, en tanto que presenta un motor inmóvil y procede a diversas clases de cortes: extracción de flujo, separación de la cadena, repartición de partes" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 147).
El motor inmóvil de las máquinas territoriales, referidas especialmente a las formaciones salvajes, es la Tierra. En el marco de la formación bárbara, el motor de la máquina despótica es el cuerpo del déspota y, finalmente, el de la máquina capitalista de las formaciones civilizadas es el capital.
Las distintas máquinas sociales tienen por constante la represión general y el registro de los flujos de deseo. Los tres géneros de registro-represión en la superficie de los flujos son: la codificación, la sobrecodificación y la axiomática de flujos descodificados, referidos, respectivamente, a cada una de las máquinas antes citadas. Mientras que las dos primeras máquinas operan codificando y sobrecodificando, la capitalista sustituye los códigos por una axiomática. A su vez, cada tipo de inscripción determinada (o representación) produce un movimiento objetivo aparente que deforma el deseo, más que representarlo. Los sistemas de representación varían en cada formación y se constituyen en tres sistemas diferentes: la crueldad, el terror y el cinismo, respectivamente.
La tesis central del § 8 sostiene que en el fondo de la inmanencia capitalista y su axiomática se reproduce el Urstaat trascendente como su límite vuelto interior. Este límite es uno de los polos entre los que oscila el capitalismo; el otro es la figura esquizofrénica -y sus máquinas deseantes-, entendida como el límite externo.
De este modo, en el capítulo tercero queda esbozada la contraposición y mutua articulación entre las máquinas sociales y las máquinas deseantes. Es decir, en lo social se establece una tensión entre las líneas de fuerzas que codifican los flujos y las fuerzas que los liberan (que encuentran su expresión en la figura de los nómades). Sin embargo, la contraposición teórica entre estos dos tipos de máquinas no implica que no puedan funcionar de modo acoplado, y el capitalismo es un claro ejemplo de esta alternativa, siendo "la única máquina social... que se ha construido como tal sobre flujos descodificados, sustituyendo los códigos intrínsecos por una axiomática de las cantidades abstractas en forma de moneda" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 145).
El desarrollo del capítulo tercero pone a girar una situación paradojal en la que los elementos atrofiados y disfrazados, de barbarie y despotismo permanecen o retornan en la civilización y el capitalismo. El Urstaat es el límite interior inhibido de la forma estatal capitalista: la máquina despótica, como origen reprimido, retorna en la máquina capitalista. De tal manera, se despliega todo un juego de inhibiciones y retornos de elementos entre las dos máquinas. El § 8 indica que el Estado es "proteiforme, pero siempre un solo Estado. De ahí las variaciones, todas las variantes de la nueva alianza, sin embargo bajo la misma categoría" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 226). Diversas máquinas, y una funcionando como momento paradigmático de todo Estado: el Urstaat. La relación de la máquina despótica con las otras dos no es de evolución, ni siquiera de simple periodización. El desarrollo del capítulo tercero indica que cada Estado histórico parece ser la reactualización de un Estado despótico, latente y supuesto en su carácter de originario o primordial.
En un sentido similar, en su Introducción de 1857 Marx reconoce la presencia de elementos de formas sociales anteriores en las formas actuales, y aclara que estos se encuentran de modo atrofiado o disfrazado; se diría que sobre ellos ha incidido el olvido y -posteriormente- un retorno que permite que puedan reconocerse en el presente, aunque se manifiesten de maneras transformadas.
El Estado despótico, correspondiente a lo que el marxismo ha conceptualizado como el modo de producción asiático, hace referencia a un momento paradigmático de todo Estado, un momento de abstracción, de idealidad y de trascendencia, el cual funciona como una dimensión objetiva de cada Estado histórico, incluido el capitalista. Procediendo en el estudio histórico por rupturas y saltos, rechazando la existencia de una jerarquía de las formaciones sociales y estableciendo un isomorfismo entre ellas, se establecen los principios teóricos centrales para trabajar el Estado como categoría.
4. El Estado despótico como origen y retorno
El § 6 del capítulo tercero de El Anti-Edipo describe el proceso de sobrecodificación de los flujos en la máquina despótica. La máquina bárbara, imperial y trascendente consiste en sobrecodificar los flujos sociales sobre el cuerpo lleno del déspota y de su aparato. La descripción que realiza Marx del modo de producción asiático muestra la existencia de un propietario único en las alturas, y las comunidades son solo poseedores hereditarios. Este propietario único es la condición previa de la propiedad común, y aparece como algo separado y superior a las numerosas comunidades:
El jefe aparece aquí como el padre de todas las comunidades particulares, con lo que tiene lugar la unidad común de todas. De aquí se deduce que el producto excedente ...pertenece a esa unidad más elevada..., que es la que, en definitiva, aparece como persona. (Marx, 1967, pp. 118-119)
El Estado despótico efectúa el primer gran movimiento de des-territorialización al otorgar unidad a las comunidades territoriales que conserva reuniéndolas, sobrecodificándolas, apropiándose del excedente del trabajo bajo la forma del tributo, como deuda infinita frente al déspota, padre o divinidad. La máquina despótica se encuentra cada vez que se movilizan las categorías de nueva alianza y filiación directa. El déspota está ligado directamente con Dios y conectado al pueblo. La máquina despótica es una
Megamáquina de Estado, pirámide funcional que tiene al déspota en la cima, motor inmóvil, el aparato burocrático como superficie lateral y órgano de transmisión, los aldeanos en la base como piezas trabajadoras. . Esto es lo que proporciona el carácter específico de la producción asiática: las comunidades rurales autóctonas subsisten y continúan produciendo, inscribiendo, consumiendo. Los engranajes de la máquina del linaje territorial subsisten, pero ya no son más que las piezas trabajadoras de la máquina estatal. Los objetos, los órganos, las personas y los grupos mantienen al menos una parte de su codificación intrínseca, pero estos flujos codificados del antiguo régimen son sobrecodificados por la unidad trascendente que se apropia de la plusvalía. (Deleuze & Guattari, 2005, pp. 201-202)
El Estado despótico se presenta como una unidad superior trascendente que integra subconjuntos relativamente aislados que funcionan separadamente y que deja subsistir las viejas inscripciones territoriales, en concepto de "ladrillos" sobre la nueva superficie. Los conquistadores imperiales son bárbaros -extraños, vienen desde afuera- y se vuelven acreedores infinitos. La deuda infinita es económica, de allí la forma tributo, y de existencia, de allí el problema del monoteísmo.
Dos textos prestan sus hilos para la explicación que hacen los autores en el § 8 del Estado despótico como el origen y retorno (latencia): La genealogía de la moral (1887) de F. Nietzsche y Moisés y la religión monoteísta (1939) de S. Freud. Despotismo y monoteísmo se llevan bien: los imperios universales abren el camino al monoteísmo (v. Nietzsche, 1987); "en un mismo tiempo la deuda infinita debe interiorizarse y espiritualizarse, la hora de la mala conciencia se acerca, será también la hora del mayor cinismo" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 229).
Sigmund Freud en el estudio referido trabaja sobre la noción de latencia suponiendo una analogía entre la vida anímica de un individuo y los fenómenos de "psicología de las masas" (religiosos y políticos, especialmente). Sigue la fórmula de desarrollo de la neurosis: trauma temprano - defensa - latencia - estallido de la neurosis - retorno parcial de lo reprimido (v. Freud, 2007). La noción de latencia explica un efecto demorado, que permite comprender cómo "una tradición ignorada [ejerce] un efecto tan poderoso sobre la vida anímica de un pueblo" (Freud, 2007, p. 67). El Anti-Edipo, dejando de lado las tesis evolucionistas y las referidas a los orígenes contractuales de la moral y el derecho que presenta el texto freudiano, pone en acto el fenómeno de la laten-cia para mostrar el funcionamiento paradigmático del Urstaat: los imperios arcaicos, a pesar del "olvido radical" bajo el cual cayeron,
continúan estando presentes bajo las diferentes formas de Estados: imperios evolucionados, ciudades, Estados-nación modernos. El fenómeno de la latencia parte de la presuposición de tres órdenes de elementos: por un lado, la existencia de supervivencias de elementos de una historia pasada -fijaciones-; por otro lado, los elementos olvidados no son borrados sino reprimidos o desalojados, volviéndose inasequibles a la conciencia; y finalmente -tercer elemento-, tras largos períodos se produce el retorno de lo olvidado a través de sus transformaciones, oscurecimientos y desfiguraciones. Cabe aclarar que la persistencia de un elemento de la tradición se funda no en una comunicación, sino en el carácter compulsivo de los fenómenos de psicología de las masas.
El Estado despótico está en su virtualidad presente siempre en retirada y aquejado de latencia. Sus características centrales regresan mucho mejor en las formas sociales posteriores que le proporcionan una existencia concreta. La máquina despótica produce un Estado que es "origen o abstracción, es la esencia abstracta originaria que no se confunde con el comienzo" (De-leuze & Guattari, 2005, p. 205). El Urstaat es origen, es categoría. Los fundadores crean de "un golpe" el Estado y su ley; "en ellos impera aquel terrible egoísmo del artista que mira las cosas con ojos de bronce y que de antemano se siente justificado, por toda la eternidad, en la 'obra'" (Nietzsche, 1987, p. 99), es decir, en la construcción del imperio. Estos fundadores son los primeros en operar la "esencia interior" de todo Estado: una captura mágica (v. Deleuze & Guattari, 2008).
El § 7 del capítulo tercero describe el sistema de representación bárbara o imperial a partir del terror, la venganza y el resentimiento. Sobre estos elementos de registro los fundadores de Estado operan una mitificación, un origen, que será inhibido, olvidado y retornará. El Anti-Edipo coloca al Urstaat como origen, en el sentido que Nietzsche le otorga en La genealogía de la moral. El origen es una mixtificación y una falsificación de actos de violencia:
El "Estado" más antiguo apareció, en consecuencia, como una horrible tiranía, como una máquina trituradora y desconsiderada, y continúo trabajando de ese modo hasta que aquella materia bruta hecha de pueblo y de semianimal no sólo acabó por quedar bien amasada y maleable, sino por tener también una forma. (Nietzsche, 1987, p. 98)
La tarea genealógica destruye las ficciones, las reubica en sus comienzos azarosos y violentos. En el origen está la diferencia entre la acción y la reacción, porque, como aclara Deleuze (2008), la genealogía es "a la vez valor del origen y origen de los valores" (Nietzsche, 1987, p. 9). El origen está fuera del mundo y del tiempo; está del lado de los dioses, y al narrarlo se canta una teogonía (Foucault, 1992, p. 9). La relación entre la formación del Estado y la violencia gira en torno a la idea de que el "Estado de derecho" es una ilusión y es una forma específica de ejercicio de la violencia.
En el § 8 el Estado despótico es presentado como "la formación de base, el horizonte de toda la historia" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 224). La figura del origen se utiliza en El Anti-Edipo para reforzar la opción metodológica por la ruptura de la sucesión de los modos de producción y sus formas estatales. El Estado despótico no es una formación concreta entre otras, razón por la cual no se lo trata de modo comparativo:
Común horizonte de lo que viene delante y de lo que viene después, no condiciona la historia universal más que con la condición de estar, no fuera, sino siempre al lado, el monstruo frío que representa la manera, cuya historia está en la "cabeza", en el "cerebro", el Urstaat. (Deleuze & Guattari, 2005, p. 227)
El capítulo tercero de El Anti-Edipo tiene por objetivo central evidenciar la presencia de un modelo de Estado -el despótico-, que permanece latente, que no se puede igualar en su tipicidad ideal pero que no deja de imitarse en nuevas formaciones sociales, incluida la capitalista.
El Urstaat funciona como una idea reguladora, como un principio de reflexión a partir del terror, que organiza en un todo las partes y los flujos en las distintas formaciones sociales, modificando las figuras bajo las que aparece en relación con ellas: "En una palabra, no cesa de ser artificial, pero se vuelve concreto, 'tiende a la concretización', al mismo tiempo que se subordina a las fuerzas dominantes" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 228). El Urstaat en su propia singularidad permite volver inteligible el modo en que funciona el capitalismo4 y, por otra parte, tiende a concretizarse en él.
5. La trampa del deseo
En El Anti-Edipo el deseo se manifiesta como una trampa por estar doblemente ligado; por un lado, enlazado al campo social más descodificado -al límite exterior del capitalismo: esquizofrenia y nomadismo-, y por otro lado está ligado a la interioridad, la mala conciencia, la culpabilidad. Aspectos que serán retomados para el desarrollo de la crítica al complejo de Edipo.
Esta segunda posición de deseo en el campo social está asociada a la emergencia de un "deseo de Estado", de un "deseo del deseo de Estado", que no se desprende del grado de desarrollo objetivo de las estructuras institucionales correspondientes sino que se corresponde con el momento paradigmático de todo Estado: el Urstaat.
Si bien en El Anti-Edipo el deseo de Estado parece estar asociado más claramente al despotismo, en Mil Mesetas este análisis sufre una transformación: la posición del deseo de Estado puede registrarse desde las llamadas sociedades sin Estado (v. Deleuze & Guattari, 2008) hasta el capitalismo.
Nietzsche en La genealogía de la moral ya había dado cuenta de que los conceptos de preeminencia política se diluyen en conceptos de preeminencia anímica. El Estado encierra al hombre-animal para domesticarlo; para ello, asimismo, opera una represión que lo vuelve hacia el interior de su vida, bajo las figuras de la culpa y la mala conciencia:
Aquellos terribles bastiones con que la organización estatal se protegía contra los viejos instintos de la libertad -las penas sobre todo cuentan entre tales bastiones- hicieron que todos aquellos instintos del hombre salvaje, libre, vagabundo, diesen vuelta a tras, se volviesen contra el hombre mismo... este animal al que se quiere "domesticar" y que se golpea furioso contra los barrotes de su jaula, este ser al que le falta algo, devorado por la nostalgia del desierto, que tuvo que crearse a base de sí mismo una aventura, una cámara de suplicios. fue el inventor de la "mala conciencia". (Nietzsche, 1987, pp. 96-97)
La voluntad del déspota -así como la del padre- no es solo algo incuestionable y que se debe honrar, sino también algo que demanda la renuncia de lo pulsional. La domesticación no solo genera cierto malestar con la cultura, como lo señalan Nietzsche y Freud, sino también cierta satisfacción, que anida en el obedecer. En este sentido, una de las preocupaciones del texto Moisés y la religión monoteísta es dilucidar la relación entre un proceso de espiritualización de la conciencia y la satisfacción sustitutiva (Freud, 2007, pp. 122-123) que produce la renuncia pulsional.
Sobre el flujo del deseo se realiza la represión de los flujos no codificables a través de la figura edípica, es la colonización realizada por otros medios. La figura edípica se vincula con la deuda infinita, de modo que "cuanto más la reproducción social escapa a los miembros del grupo, en naturaleza y en extensión, más se vuelca sobre ellos o los vuelca a ellos en una reproducción familiar restringida y neurotizada de la cual Edipo es el agente" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 176).
Lo que se reprime es la reproducción deseante, los aspectos que introducirían desorden o revolución, los flujos no codificados del deseo. Edipo codifica lo que escapa a los códigos, o bien desplaza al deseo y a su objeto, o bien sustituye la producción deseante por un sistema de creencias y de conciencia. Resuenan las tesis de La genealogía de la moral del siguiente modo:
Toda la estupidez y arbitrariedad de las leyes, todo el dolor de las iniciaciones, todo el aparato perverso de la educación y la represión, los hierros al rojo y los procedimientos atroces no tienen más que un sentido: enderezar al hombre, marcarlo en su carne, volverlo capaz de alianza, formarlo en la relación acreedor - deudor que, en ambos lados, es asunto de la memoria. (Deleuze & Guattari, 2005, p. 197)
El déspota es un paranoico, y sus burócratas, unos perversos. El déspota se retira de la vida y de la tierra para juzgar desde las alturas (principio de conocimiento paranoico). Esta máquina despótica tiene al déspota - padre - divinidad en la cima:
Los stocks forman el objeto de una acumulación, los bloques de deuda se convierten en una relación infinita bajo la forma de tributo. Toda la plusvalía de código es objeto de apropiación [para] el mantenimiento del soberano, de su corte y de la casta burocrática. (Deleuze & Guattari, 2005, p. 201)
La sobrecodificación es la operación que constituye la esencia del Estado frente al horror que producen los flujos de deseo no codificados. Por otra parte, la nueva inscripción despótica convierte al deseo en el objeto del soberano aun cuando sea objeto de instintos de muerte. La deuda infinita hacia el soberano permite esta captura: "El deseo ya no se atreve a desear, devenido deseo del deseo, deseo del deseo del déspota" (Deleuze & Guattari, 2005, p. 213).
El deseo procede de una investidura libidinal de una máquina de Estado, que sobrecodifica las máquinas territoriales y suprime las máquinas deseantes:
El estado es deseo que pasa de la cabeza del déspota al corazón de los subditos y de la ley intelectual a todo el sistema físico que en él se origina o se libera. Deseo del Estado, la más fantástica máquina de represión todavía es deseo, sujeto que desea y objeto de deseo. Deseo: operación que siempre consiste en volver a insuflar el Urstaat original en el nuevo estado de cosas, en volverlo inmanente, en lo posible, al nuevo sistema, interior a éste. (Deleuze & Guattari, 2005, p. 228)
El ser objetivo y colectivo del deseo es el deseo del déspota, el deseo del sujeto no es más que "deseo del deseo del déspota". Pero esto no puede darse más que en un signo vacío, no puede encarnarse más que en un objeto inaccesible, perdido o faltante, y -a su vez- causa alejada en altura. El déspota, como presupuesto divino y causa trascendente aparente, hace de la existencia misma de los sujetos una deuda insuperable.
La eficacia de la estructura del modo de producción asiático en el deseo inconsciente es ilustrada en el capítulo tercero por la figura del cuerpo del déspota. El cuerpo del déspota es la realidad libidinal del Estado, es el representante del deseo inconsciente en esta formación social. Es el cuerpo pleno sin órganos que rechaza o atrae sobre él los órganos sociales, se los apropia como su causa, motor inmóvil de todo movimiento y fuente de toda fecundidad: todos los órganos de todos los sujetos se enganchan al cuerpo lleno del déspota y tienen ahí sus representantes intensivos. Es el imperio espiritual, una máquina de represión. Si algún órgano se desengancha del cuerpo del déspota, este ve en aquel un enemigo que le dará muerte.
El cuerpo del déspota, en la máquina capitalista pasa a un estado latente en provecho de otro nuevo cuerpo lleno: el capital. Este es el motor inmóvil de la máquina capitalista, presupuesto natural y divino que atrae y rechaza a los órganos y los flujos sociales, apropiándoselos y reprimiéndolos.
6. Consideraciones finales
En el capítulo tercero de El Anti-Edipo el Estado comienza a ser analizado como un agenciamiento, tesis que se reforzará en Mil Mesetas. Todo agenciamiento remite, en última instancia, al campo de deseo sobre el cual se constituye, y permanece afectado por cierto desequilibrio en las relaciones de fuerza, entre aquello que aplasta al deseo y aquello que lo hace fugar. En todo agenciamien-to puede identificarse y describirse el acoplamiento variable de un conjunto de relaciones materiales y de un régimen de signos correspondientes.
A partir de lo desarrollado, en primer lugar queda desalojada una idea de la Historia evolucionista o progresiva, que jerarquiza las distintas formaciones sociales. Existe coexistencia y presuposición recíproca de las diversas formaciones sociales, y entre las diversas formas estatales se encuentra un isomorfismo. La descripción del despotismo oriental, y su estatuto de categoría abstracta en el desarrollo del capítulo, evidencia la unidad presupuesta entre los Estados modernos y lo primitivo originario, representado por la figura del Urstaat. No existe evolución, ni causalidad lineal entre las formaciones sociales, sino simultaneidad de los momentos reales, virtuales y actuales.
La compleja paradoja en la que se desarrolla el capítulo se balancea entre la existencia de un isomorfismo entre las formas estatales y, a su vez, la no equivalencia entre ellas: una poliformía real de los modelos que ponen en obra el proceso de domesticación del deseo del animal-hombre y la constitución de formaciones coloniales íntimas.

1 La palabra Urstaat está construida por condensación de la ciudad de Ur en el Antiguo Testamento (Génesis, 15) y del Urzene de los fantasmas originarios en Freud.
2 Asimismo, hay que aclarar que ninguna sociedad soportaría la producción deseante "pura", esta es el límite absoluto de la primera.
3 El desarrollo de esta tesis se despliega en los parágrafos posteriores al octavo pero, por razones de espacio, no desarrollaremos aquí sus detalles.
4 Queda pendiente, para un trabajo futuro, realizar una comparación entre este abordaje metodológico y el desarrollado por Giorgio Agamben bajo la noción de paradigma en la saga Homo Sacer.

Bibliografía
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