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jueves, 25 de junio de 2020

El hombre es un lobo para el hombre

Homo homini lupus (el hombre es un lobo para el hombre) / Homo homini deus (el hombre es un dios para el hombre)
http://www.antiquitatem.com/homo-homini-lupus/

Generalmente la frase “homo homini lupus” se atribuye al pensador inglés Thomas Hobbes ( 1588 – 1679), autor entre otras muchas obras del Leviatán, obra esencial en el desarrollo de la filosofía política en la Edad Moderna y del pensamiento liberal, pero él nunca se adjudicó la autoría.

Según Hobbes el hombre avanza, desde el “estado de naturaleza”  de “guerra de todos contra todos” (bellum ómnium contra omnes),  hacia una sociedad organizada; primero a un estado de “ley natural” que impide al hombre atentar contra la vida y luego a un estado de derecho positivo, fruto del pacto social.  Así pues, con Locke y su “Dos tratados sobre el gobierno civil” y Rousseau y su “Contrato Social”  aborda en época moderna el origen de la sociedad. También pensadores antiguos, como Platón en  su República o Aristóteles, se plantearon esta cuestión, pero eso merece un extenso artículo que en alguna ocasión haré.

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No es Hobbes el autor de la célebre frase homo homini lupus
La frase ha de ser considerada un proverbio
¿Cuál es el origen de la frase homo homini lupus?
¿Fue Plauto el creador de la frase homo homini lupus?
Homo homini deus, el hombre es un dios para el hombre
El hombre que favorece a sus semejantes también es un dios
No es Hobbes el autor de la célebre frase homo homini lupus
Pues bien, es cierto que Hobbes utilizó la expresión “Homo homini lupus” en determinado contexto, pero nunca reivindicó su paternidad, que no le corresponde, aunque probablemente ha sido quien más ha contribuido en época moderna a su extensión y conocimiento.

Pero, si Hobbes no creó la citada frase, ¿quién lo hizo?

Hace unos pocos días unos buenos amigos de reconocido prestigio intelectual lo planteaban en una de las más extendidas redes sociales. Me sugirieron la posibilidad de indagar un poco más en el origen y significado de la citada frase.

En primer lugar es conveniente conocer con un poco más de detalle la frase de Hobbes en su contexto o al menos en el párrafo en el que queda inmersa.

Hobbes emplea la frase al principio de la obra “De cive”, “Sobre el ciudadano” en la dedicatoria al conde de Devonshire. En realidad el título inicial y completo era “Elementa Philosophica de Cive”, “Elementos filosóficos acerca del ciudadano”.

Como quiera que la obra comienza con una valoración general sobre la antigua Roma y su imperio,  y este blog trata precisamente sobre la Antigüedad, me permito reproducir una parte más extensa que la mera reproducción de la frase en cuestión. De paso el lector comprobará cómo hasta bien entrado el siglo XX todo intelectual y pensador era un buen conocedor de la Antigüedad clásica; es ahora cuando avanzamos hacia un desconocimiento cuasi absoluto que privará a los jóvenes del conocimiento de buena parte de su propia identidad.

La obra la escribió Hobbes en latín, lengua internacional de la ciencia y del pensamiento todavía entonces, y se publicó en 1642 en París y en 1651 apareció la traducción al inglés con el título ‘Philosophicall rudiments concerning government and society‘. Así que ofreceré los textos en  las tres versiones, incluida la española:

Elementos filosóficos sobre el ciudadano (De cive)

Al muy honorable Guillermo, Conde de Devonshire

Excelentísimo señor:

Era un dicho del pueblo romano, enemigo de los reyes por el recuerdo de los Tarquinios y por las instituciones de la ciudad, pronunciado por la boca de Marco Catón el Censor, que todos los reyes eran del género de las bestias rapaces. Pero ¿acaso el mismo pueblo romano que había expoliado casi todo el orbe de la tierra, a los africanos, los asiáticos, los macedonios, los aqueos, y a todos los demás para ser llamados ciudadanos por gentes a su vez expoliadas, acaso no era también como una bestia? 

No con menos acierto que Catón lo dijo también Poncio Telesino. Se encontró este en la guerra contra Sila junto a la Puerta Colina pasando revista a los escuadrones de su ejército y dijo con grandes voces que la misma Roma debía ser destruida y arrasada, porque añadía que nunca faltarían lobos que robaran la libertad itálica si no era arrasado el bosque en el que suelen refugiarse.

Ciertamente, estas dos cosas se han dicho con toda verdad: el hombre es un dios para el hombre, y el hombre es un lobo para el hombre. La primera si comparamos los ciudadanos entre sí; la segunda si comparamos las ciudades. En el primer caso se llega a la semejanza con Dios por la justicia y también por la caridad y las virtudes de la paz; en el segundo, por la depravación de los malos, los buenos también tienen que recurrir, si quieren protegerse, a las virtudes de la guerra, la violencia y el engaño, esto es, la rapacidad de los animales. Y aunque los hombres la consideran recíprocamente como un vicio unos a otros, de manera natural, porque colocan sus hechos en las otras personas, como en un espejo en el que la izquierda es la derecha; y piensan que la derecha es la izquierda;  así el derecho natural que surge de la necesidad de la propia conservación no permite que sea un vicio. Quizás algunos han podido admirarse sin embargo de que en Catón, hombre de sabiduría muy celebrada, haya podido imponerse hasta tal punto el odio sobre el juicio, la pasión sobre la razón,  que piensa que lo que es justo si lo hace el pueblo, lo mismo es injusto si lo hacen los reyes; pero yo hace ya mucho tiempo que soy de la opinión de que nunca fue extraordinaria la opinión que agrada al pueblo, ni una  sabiduría superior a la vulgar puede ser conocida por el pueblo, bien porque no la comprenden o comprendiéndola la igualan (a la vulgar).

Populi Romani,memoria Tarquiniorum, et civitatis instituto, Regibus iniqui, vox erat (Excellentiss.Domine) prolata ore Marci Catonis Censoris, Reges omnes de genere esse bestiarum rapacium. Ipse autem Populus Romanus, qui per Africanos, Asiaticos,Macedonicos, Achaicos, caeterosque a spoliatis gentibus cognominatos cives, totum fere orbem terrarum diripuerat, qualis bellua erat? Non minus ergo quam Cato, sapienter dixit Pontius Telesinus.Is praelio ad Portam Collinam contra Syllam circumvolans ordines exercitus fui; vociferatusque, eruendam delendamque ipsam Romam, adiiciebat, numquam defuturos Raptores Italicae libertatis Lupos, nisi sylva, in quam refugere solerent, esset excisa.

Profecto utrumque vere dictum est, Homo homini Deus, et Homo homini Lupus. Illud, si concives inter se; Hoc, si civitates comparemus. Illic iustitia et charitate, virtutibus pacis, ad similittudinem Dei acceditur; Hic propter malorum pravitatem, recurrendum etiam bonis est, si se tueri volunt, ad virtutes Bellicas,vim et dolum, id est, ad ferinam rapacitatem. Quam etsi hominess pro convitio invicem obiiciant, more innato, facta sua in personis alioru, tanquam in speculo,sinistra dextra; dextra sinistra existimantes; vitium tamen esse non sinit profectum a necessitate conservationis propriae ius naturale. Quod autem Catoni,viro spientiae celebratissimae, odium pro iudicio, affectus pro ratione imponere in tantum potuit, ut quod aequum in populo suo, idem reges facere iniquum censeret, mirari fortasse alii poterunt, ego sane in ea opinione iam diu sum,neque egregiam sententiam unquam fuisse quae placuit populo, neque sapientiam vulgari maiorem vulgo agnosci posse; quipped quam vel non intelligent, vel intelligentes aequant.

To the Right Honourable, William, Earle of Devonshire,
My most honoured Lord
May it please your Lordship,
It was the speech of the Roman people (to whom the name of King had been render’d odious, as well by the tyrannie of the Tarquins, as by the Genius and Decretals of that City) ‘Twas the speech I say of the publick, however pronounced from a private mouth, (if yet Cato the Censor were no more than such) That all Kings are to be reckon’d amongst ravenous Beasts.  But what a Beast of prey was the Roman people, whilst with its conquering Eagles it erected its proud Trophees so far and wide over the world, bringing the Africans, the Asiaticks, the Macedonians, and the Achaeans, with many other despoyled Nations, into a specious bondage, with the pretence of preferring them to be Denizens of Rome? So that if Cato’s saying were a wise one, ‘twas every whit as wise that of Pontius Telesinus; who flying about with open mouth through all the Companies of his Army, (in that famous encounter which he had with Sylla) cryed out, That Rome her selfe, as well as Sylla, was to be raz’d; for that there would alwayes be Wolves and Depraedatours of their Liberty, unlesse the Forrest that lodg’d them were grubb’d up by the roots. To speak impartially, both sayings are very true; That Man to Man is a kind of God; and that Man to Man is an arrant Wolfe. The first is true, if we compare Citizens amongst themselves; and the second, if we compare Cities. In the one, there’s some analogie of similitude with the Deity, to wit, Justice and Charity, the twin-sisters of peace: But in the other, Good men must defend themselves by taking to them for a Sanctuary the two daughters of War, Deceipt and Violence: that is in plaine termes a meer brutall Rapacity: which although men object to one another as a reproach, by an inbred custome which they have of beholding their own actions in the persons of other men, wherein, as in a Mirroir, all things on the left side appeare to be on the right, & all things on the right side to be as plainly on the left; yet the naturall right of preservation which we all receive from the uncontroulable Dictates of Necessity, will not admit it to be a Vice, though it confesse it to be an Unhappinesse. Now that with Cato himselfe, (a person of so great a renowne for wisdome) Animosity should so prevaile instead of Judgement, and partiality instead of Reason, that the very same thing which he thought equall in his popular State, he should censure as unjust in a Monarchical, other men perhaps may have leisure to admire. But I have been long since of this opinion, That there was never yet any more than vulgar prudence that had the luck of being acceptable to the Giddy people; but either it hath not been understood, or else having been so, hath been levell’d and cryed downe.

Nótese cómo la frase latina “profecto utrumque vere dictum est…” “con verdad se ha dicho…” implica que no es Hobbes el creador, sino que la frase ya existía, ya existía cuando él la dijo.

La frase ha de ser considerada un proverbio
Es más, la frase ha de ser considerada como un proverbio, si aplicamos la doctrina que el gramático Servio hace en su comentario a la Eneida. En ese pasaje explica la expresión “pectore toto”, con todo su pecho, es decir, con todo su corazón, como equivalente a “con todo el afecto” y cita una frase de Cicerón en su De Legibus: Nisi toto pectore amantur, ut dicitur. El gramático dice, que cuando se utiliza la expresión, ut dicitur (como se dice, como dicen, como la gente suele decir, como cuentan, etc.), se trata de un proverbio:

Servius: Enedia, IX, 276.

Con todo el corazón. Con todo afecto. Es un proverbio. Cicerón en el “Sobre las leyes”: a no ser que se amen con todo afecto. Así pues, cuando dice “ut dicitur” (como se dice )manifiesta que es proverbial.

“Pectore toto. Omni affectu. Et est de proverbio. Cicero De Legibus: Nisi toto pectore amantur, ut dicitur. Cum enim dicit, ut dicitur, ostendit proverbiale.

¿Cuál es el origen de la frase homo homini lupus?
Ya desde la Antigüedad se cita como probable origen, y frase latina más cercana a la citada de Hobbes, un pasaje de la comedia de Plauto (254-184 a.C.) Asinaria (La comedia de los asnos).

Es una típica comedia en la que se desarrolla un complicado enredo entre un padre, su autoritaria y rica esposa, un hijo enamorado y los esclavos intrigando a favor de sus amos.

El argumento se nos resume al comienzo de la propia obra:

Argumento

Un viejo que vive bajo la férula de su mujer, quiere ayudar económicamente a su hijo, que está enamorado, y da orden de que se le entregue al esclavo Leónidas el precio de unos asnos que debía recibir Sáurea. El hijo entrega el dinero a su amiga y se la cede por una noche al padre. Un rival, desesperado de ver que le han quitado a la muchacha, se lo hace saber todo por medio de un parásito a la mujer del viejo, que se presenta y se lleva al marido del burdel. (Traducción de Mercedes González-Haba. Edit. Gredos)

Argumentum

Amanti argento filio auxiliarier
Sub imperio vivens volt senex uxorio.
Itaque ob asinos relatum pretium Saureae
Numerari iussit servolo Leonidae.
Ad amicam id fertur. cedit noctem filius.
Rivalis amens ob praereptam mulierem,
Is rem omnem uxori per parasitum nuntiat.
Accurrit uxor ac virum e lustris rapit.

¿Fue Plauto el creador de la frase homo homini lupus?
La frase en cuestión aparece en un pasaje en el que el esclavo Leónidas pretende hacerse pasar por el administrador de la casa para que un mercader le entregue  el dinero de la venta de unos asnos y dárselo al muchacho para que a su vez pueda dárselo a la muchacha y a su celestina, sólo ávidas de dinero. Pero el mercader no se deja engañar.

Plauto, Asinaria Acto II, escena IV, v. 484 y ss.

LEONIDAS: ¿Qué, bribón? ¡Con que patibulario! ¿Es que te piensas que rehuimos a nuestro amo? ¡Venga, vete ya al amo, delante del que nos cita, detrás del que andas ya todo el rato!

MERCADER: ¡Ajajá! ¿Ahora al fin? Desde luego que no sacarás ni una perra de aquí (señalándose a sí mismo) , a no ser que Deméneto en persona me dé orden de que lo entregue.

LEONIDAS: Haz lo que te dé la gana, hale, andando pues. Tú puedes hacer ultrajes a los demás y a ti no se te puede decir una mala palabra, ¿no? Tanto soy yo una persona como lo eres tú.

MERCADER: Desde luego, así es.

LEONIDAS: Anda, ven entonces conmigo. Aunque me esté mal el decirlo, nadie me ha hecho a mí hasta ahora nunca jamás un reproche merecido, ni hay hoy por hoy otra persona en toda Atenas que goce de una más reconocida fama de solvencia que yo.

MERCADER: Todo puede ser, pero así y todo, no te saldrás con la tuya de hacerme entregar el dinero a una persona que no conozco. Cuando una persona te es desconocida, pues es para ti, como un lobo, no un hombre.

LEONIDAS: Ya te vas poniendo un poco más manso. Ya sabía yo que te disculparías ante mi humilde persona por tus injurias; aunque me ves así con unos atavíos de nada, pero soy un hombre como Dios manda, y mis riquezas personales no se pueden contar.

MERCADER: Todo puede ser.

LEONIDAS: También Perífanes, un rico comerciante de Rodas me entregó, en ausencia del amo, nada más que él y yo presentes, un talento de plata; hizo confianza en mí y no ha tenido motivo alguno de queja.

MERCADER: Todo puede ser.

LEONIDAS: Y también tú mismo, si te hubieras informado por otros sobre mí, estoy bien seguro, qué caray, de que me hubieras confiado lo que traes.

MERCADER. No digo que no. (Se van)
(Traducción de Mercedes González-Haba. Editorial Gredos.)

LEONIDA. Quid, verbero? ain tu, furcifer? erum nos fugitare censes?
ei nunciam ad erum, quo vocas, iam dudum quo volebas.

MERCATOR. Nunc demum? tamen numquam hinc feres argenti nummum, nisi me
dare iusserit Demaenetus.

LEONIDA. Ita facito, age ambula ergo.
tu contumeliam alteri facias, tibi non dicatur?
tam ego homo sum quam tu.

MERCATOR. Scilicet. ita res est.

LEONIDA. Sequere hac ergo.
praefiscini hoc nunc dixerim: nemo etiam me accusavit
merito meo, neque me alter est Athenis hodie quisquam,
cui credi recte aeque putent.

MERCATOR. Fortassis. sed tamen me
numquam hodie induces, ut tibi credam hoc argentum ignoto.
lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit.

LEONIDA. Iam nunc secunda mihi facis. scibam huic te capitulo hodie
facturum satis pro iniuria; quamquam ego sum sordidatus,
frugi tamen sum, nec potest peculium enumerari.

MERCATOR. Fortasse.

LEONIDA. Etiam ~ nunc dico Periphanes Rhodo mercator dives
absente ero solus mihi talentum argenti soli
adnumeravit et mihi credidit, nequest deceptus in eo.

MERCATOR. Fortasse.

LEONIDA. Atque etiam tu quoque ipse, si esses percontatus
me ex aliis, scio pol crederes nunc quod fers.

MERCATOR. Haud negassim.—

Exactamente en el verso 495 se dice: «Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit», que podemos traducir literalmente como:

«Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro»

y con una traducción menos literal como:

Cuando una persona te es desconocida, pues es para ti como un lobo, no un hombre.

Así que la frase no aparece en Plauto con la transcendencia que se utiliza después, cuando adquiere la categoría de sentencia, máxima, proverbio, etc.; antes bien, se usa en un contexto de relaciones personales y en una escena cómica de asunto intranscendente. Es esta una diferencia muy importante con Hobbes, donde se refiere nada menos que al estado previo de naturaleza de los hombres, anterior a la constitución de la sociedad humana.

Dicho todo esto,  podemos preguntarnos también, ¿fue Plauto el creador de la frase?

Plauto, es el autor más importante de comedias en latín. Como casi toda la literatura y cultura latina, el teatro también es deudor de los griegos. Plauto no sólo se inspira en comedias griegas sino que a veces prácticamente las traduce y las adapta al nuevo escenario romano. Es más, a veces, se sirve de varias griegas para componer una latina; a esa mezcla se le llamó “contaminación” y esta práctica generó un notable debate en lo que podríamos llamar “crítica literaria” del momento.

Pues bien, la comedia “Asinaria” es una traducción de una griega llamada “El arriero”, Onagos, ᾿οναγός, como se nos dice en el prólogo de la misma obra que suele acompañar a la edición:

PROLOGO V. 6  y ss.

Ahora os diré el motivo por el que he salido aquí a escena y qué es lo que pretendo: se trata simplemente de deciros el título de la comedia, porque por lo que toca al argumento, bien breve que es. Ahora os voy a decir lo que dije que quería deciros: esta comedia se llama en griego “El arriero” y su autor es Demófilo; Maco (Plauto) la ha traducido al latín, y con vuestro permiso, la quiere titular “Asinaria”; la pieza tiene gracia y chiste, es una comedia de risa. Ahora tened la amabilidad de prestarnos vuestra atención, y que el dios Marte os siga protegiendo como ya lo ha hecho en otras ocasiones.
(Traducción de Mercedes González-Haba. Editorial Gredos.)

nunc quid processerim huc et quid mihi voluerim
dicam: ut sciretis nomen huius fabulae;
nam quod ad argumentum attinet, sane brevest.
nunc quod me dixi velle vobis dicere,
dicam: huic nomen graece Onagos fabulae;
Demophilus scripsit, Maccus vortit barbare;
Asinariam volt esse, si per vos licet.
inest lepos ludusque in hac comoedia,
ridicula res est. date benigne operam mihi,
ut vos, ut alias, pariter nunc Mars adiuvet.   

¿Extrajo Plauto, pues, de la obra griega la frase que luego, con una pequeña modificación, se ha hecho tan famosa?  Muy probablemente así ocurrió; es muy probable que la frase estuviera ya en la comedia de Demófilo,  pero no tenemos un conocimiento incontestable de ello. Empleada por Demófilo o por otros griegos, la frase sonaría más o menos como consta muchos años después en Erasmo: Ἄνθρωπος ἀνθρώπου λύκος (ánthroposs ánthropou lýkos).

Homo homini deus, el hombre es un dios para el hombre
En todo caso, en el mundo griego es bien conocida y frecuente una frase  que es precisamente la antítesis de la anterior: ἄνθρωπος ἀνθρώπου δαιμόνιον (anthropos anthropou daimonion),   que en latín ha dado “homo homini deus”, y en español “el hombre es un dios para el hombre”. Esta frase precisamente es la que aparece en Hobbes en contraposición a “el hombre es un lobo para el hombre”, aunque sea precisamente esta la que ha obtenido más fortuna.

ἄνθρωπος ἀνθρώπου δαιμόνιον (anthropos anthropou daimonion) es una sentencia o frase hecha frecuente en griego y atestiguada en numerosas ocasiones y por supuesto también su correspondiente en latín  “Homo homini deus”,.

En griego, por ejemplo aparece en el “Corpus paroemiographorum graecorum” al menos cuatro veces:  en el caso de Zenobios, I,91; en Diogenianus o pseudo Diogenianus, I, 80  y I, 46; Miguel Apostolios, III,10 y en Gregorio de Chipre I,50.

En latín,  el poeta cómico Cecilio (ca 280-ca.168 a.C.) utilizó un verso que se conserva gracias a la cita de Símaco, autor del siglo IV, que  lo utiliza en una carta de agradecimiento:

Símaco, Epistolas IX,114:

“Correctamente el cómico Cecilio dijo: el hombre es un dios para el hombre, si conoce su obligación.”

Recte Caecilius comicus inquit
Homo homini deus est, si suum officium sciat.

Cecilio parece imbuido de la filosofía estoica y del Círculo proheleno de los Escipiones. Recordemos que Terencio había escrito  en su Heautontimorumenos, v. 77:

«homo sum, humani nihil a me alienum puto»,

Soy hombre y nada humano lo considero ajeno a mí.

Pero conviene reproducir la carta entera, muy breve por lo demás, porque nos ayuda a entender la extensión en el uso de esta frase y la razón de su uso.

Con razón dijo el cómico Cecilio que “un hombre es un dios para otro hombre si conoce su obligación”. Yo puedo decir que esta máxima se aviene contigo, que desinteresadamente has aplicado una atención vigilante a nuestros asuntos. Desde entonces vive el recuerdo en nuestro corazón, la alabanza en nuestra boca, y la gloria de tu acción y de tu interés no sólo florece momentáneamente sino que estará viva una eternidad, según me augura mi razón. Ahora incluso sería apropiado un discurso más prolijo para agradecértelo si no temiera dar la sensación de haber pagado de una vez todo lo que debo. No soporta haber recibido un beneficio quien se apresura a liberarse del vínculo y no parece aceptar la ayuda mutua como cun amigo si se ruboriza ante una demora en la demostración de gratitud.  Pero la naturaleza de mi carácter es otra: me apresuro a pagar el interés pecuniario y deseo adeudar durante mucho tiempo la devolución de pruebas de consideración. Que te vaya bien. (Traducción de Juan Antonio Valdés Gallego. Editorial Gredos)

Symmachus . . . . . Recte Caecilius comicus: Homo, inquit, homini deus est, si suum officium sciat. Hanc ego in te dixerim sententiam convenire, qui nostris negotiis curam vigilem praestitisti. Hinc in pectore memoria, laus in ore versatur. Nec in praesentia modo floret facti et studii tui gloria, sed, ut mens augurat, aevum vigebit. Prolixior agendis gratiis sermo etiam nunc competeret, ni vererer, ne simul totum videar expunxisse, quod debeo. Impatiens est accepti beneficii, qui nexu properat liberari: nec videtur mutuam operam quasi amicus accipere, si erubescit ad moram gratiae. Alia mei ingenii ratio est. Pecuniae fenus accelero persolvere: officiorum vices diu opto debere. Vale.

Se trata de una carta de agradecimiento por un bien recibido y en el mundo antiguo está muy extendida la idea de que quien hace un bien, un beneficio a alguien, el benefactor, es un dios.  Esto ayuda a entender la extensión de la deificación de los gobernantes, porque son benefactores (algunos de ellos se llaman precisamente así, evergetes, benefactor, como por ejemplo, Ptolomeo III Evergetes,( en griego: Πτολεμαίος Ευεργέτης),, que vivió  c. 282 – 222 a. C., tercer faraón de la Dinastía Ptolemaica) y también la extensión, y banalización si se prefiere, a cualquier persona que favorezca a un semejante. Es, pues, una frase muy utilizada para reconocer un favor a alguien.

Curiosamente en la misma comedia “Asinaria” se usa esta idea, aunque en un contexto burlesco, como corresponde a la comedia, cuando el esclavo exige un tratamiento divino por el favor de dar el dinero, en el verso 712:

ARGIRIPO: Y ahora, ¿qué?; por favor, después de que nos habéis tomado el pelo como os ha dado la gana, ¿nos dais el dinero?

LIBANO: Con la condición de que me dediques una estatua y un altar y de que me hagas la ofrenda de un toro, como si fuera un dios, que yo soy para ti la divinidad de la Salud en persona.

LEONIDA: Amo, no le hagas caso a éste y ocúpae conmigo y dame a mí los honores que él te ha pedido  y hazme una súplica.

ARGIRIPO: Y a ti, ¿qué divinidad te voy a llamar?

LEONIDA: Yo soy la Fortuna y la Foruna a tus pies.
(Traducción de Mercedes González-Haba. Editorial Gredos.)

ARGIRIPUS. Quid nunc, amabo? quoniam, ut est libitum, nos delusistis,
datisne argentum?
LIBANUS. Si quidem mihi statuam et aram statuis
atque ut deo mi hic immolas bovem: nam ego tibi Salus sum.
LEONIDA: Etiam, tu, ere, istunc amoves abs te atque –ipse me adgredere atque illa, sibi quae hic iusserat,mihi statuis supplicasque?
ARGIRIPUS: Quem te autem divom nominem?
LEONIDA: Fortunam, atque Obsequentem

Los textos latinos en los que aparece esta idea de la divinidad del hombre benefactor son infinitos. Pondré tan sólo dos  ejemplos bien significativos.

Virgilio en la primera de sus famosas Églogas agradece a Augusto que no le sean confiscadas sus tierras para dárselas a un soldado. Virgilio le considera un “dios”:

Virigilio, Egloga I, v.6-8:

Títiro:   A un dios, ¡oh Melibeo! Debo estos solaces, porque para mí siempre será un dios.
¡Frecuentemente empapará su altar la sangre de un recental de mis majadas! A él
debo que mis novillas vaguen libremente, como ves, y también poder yo entonar            los cantos que me placen, al son de la rústica avena.

O Meliboee, deus nobis haec otia fecit.
Namque erit ille mihi semper deus: illius aram
Saepe tener nostris ab ovilibus imbuet agnus.
Ille meas errare boves, ut cernis, et ipsum
Ludere quae vellem calamo permisit agresti.

Dice Plinio en su Naturalis Historia,2,7.18-19:

Dios significa para un mortal ayudar a otro mortal y éste es el camino para la gloria eterna. Por él marcharon los romanos más ilustres y por él caminará ahora con paso celestial junto a sus hijos el gobernante más grande de todos los tiempos, Vespasiano Augusto, prestando su ayuda en las malas circunstancias.

De ahí viene la costumbre antiquísima de conceder a quienes más lo merecen la gracia de figurar entre los dioses como les corresponde (y por supuesto que los nombres de los demás dioses y astros, que antes referí, proceden de los méritos de los hombres). Traducción de Ana María Moure Casas. Editorial Gredos

deus est mortali iuvare mortalem, et haec ad aeternam gloriam via. hac proceres iere Romani, hac nunc caelesti passu cum liberis suis vadit maximus omnis aevi rector Vespasianus Augustus fessis rebus subveniens.

hic est vetustissimus referendi bene merentibus gratiam mos, ut tales numinibus adscribant. quippe et aliorum nomina deorum et quae supra retuli siderum ex hominum nata sunt meritis. Iovem quidem aut Mercurium aliterve alios inter se vocari et esse caelestem nomenclaturam,

El pensamiento de Plinio respecto de los dioses quedá también aquí claramente insinuado: próximo al ateísmo: Dios es para un mortal ayudar a los mortales.

La segunda, homo homini lupus, muy probablemente existió en contraposición a la primera, dando lugar a la doble frase, que es posible que estuviera ya en Demófilo, o en otros autores..

La imagen del lobo como animal especialmente cruel para el hombre está sin duda en la relación del lobo con el perro, que curiosamente resulta ser “el amigo más fiel del hombre» y probablemente el animal primeramente domesticado tal vez hace 40.000 años. Los nombres científicos de ambas subespecies son “canis lupus” para el lobo y “canis lupus familiaris” para el perro, en virtud de su proximidad genética.

Son infinitos los pasajes en los que el perro es el fiel amigo del hombre (hominis canis amicus optimus); recordemos por ejemplo al perro que reconoce a Ulises, Argos,  cuando regresa a Ítaca; o  ¿qué decir del perro como guardián de la casa del amo si por todo el Imperio aparece la famosa frase “cave canem”, “cuidado con el perro” en la puerta de la finca?.  Si el canis doméstico es el mejor, el canis salvaje será el peor en la imaginación y experiencia popular.
Dejaré para otra ocasión alguna referencia  al mito de la “licantropía” o conversión del hombre en lobo y al hecho de que fuera precisamente Licaón (hombre al que Zeus convirtió en lobo) el que diera las leyes a los humanos e hiciera posible el abandono de la vida salvaje y la aparición de la sociedad humana sometida a normas de derecho.

Entre otros textos latinos próximos a la frase “homo homini lupus” tenemos el verso de Ovidio (43ª.C.-8 d.C)  en Tristia V, elegia VII, vv. 45-46:

“Vix sunt homines hoc nomine digni. Quamquam lupi, saevae plus feritatis habent”.

Recordemos cómo Ovidio, obligado al exilio en el Ponto Euxino, en los límites del Imperio, junto al Mar Negro, pasa sus días sumido en la tristeza y la nostalgia. Castigado por alguna falta que nunca se ha conocido con exactitud, fue impedido de volver más a la Roma que tanta gloria le dio. Allí escribió estos “poemas tristes”, “Tristia”.

Aunque el artículo se está tal vez alargando demasiado con demasiados textos, no me resisto a reproducir unos pocos versos en los que encuadrar el citado y de paso nos informen sobre lo duro que resultaba el exilio para una mundano poeta de éxito en la capital del mundo, Roma.

Preguntado por sus amigos cómo pasa los días, les escribe entre otras cosas:

Tristia, V,VII , versos 37 y ss:

Y sin embargo ni estoy pendiente de ser alabado ni preocupado por un nombre futuro, que más útil mi hubiera sido si lo hubiera ocultado. Entretengo mi alma en los estudios y huyo de mis dolores y procuro dar buenas palabras a mis afanes. ¿Qué más puedo hacer solo en estas playas desiertas o qué otra ayuda puedo intentar buscar a mis males?

Si miro al lugar, el lugar no es nada amable (inamable) y nada puede haber más triste en todo el orbe. Si miro a los hombres, apenas son hombres dignos de este nombre, pues tienen más de animal fiereza que los lobos. No temen a las leyes, sino que  lo justo cede a sus fuerzas y los derechos vencidos yacen bajo la violenta espada. Rechazan los malos fríos con pieles y anchas bragas; sus horribles rostros los cubren con largo pelo; en pocos queda algún vestigio de la lengua griega, que ya suena extranjera pronunciada con sonido Gético.  Ni uno solo hay en este pueblo que pueda medio traducir del latín alguna palabra. Yo mismo, aquel famoso poeta romano, -perdonadme Musas-  me veo obligado a hablar casi todo en lengua sármata. Me avergüenzo de ello y confieso que por la larga falta de uso, apenas si me vienen a la mente las palabras latinas. Y no dudo de que también en este pequeño librito hay no pocas palabras bárbaras. Estas no son culpa del hombre sino del lugar. Y sin embargo para no perder el uso y relación con la  lengua y mi voz se haga muda al sonido patrio, yo mismo hablo conmigo y repaso las palabras que no uso y repito las señales funestas de mi deseo.

nec  tamen, ut lauder, vigilo curamque futuri
nominis, utilius quod latuisset, ago.
detineo studiis animum falloque dolores,
experior curis et dare verba meis.
quid potius faciam desertis solus in oris,
quamve malis aliam quaerere coner  opem?
sive locum specto, locus est inamabilis, et quo
esse nihil toto tristius orbe potest,
sive homines, vix sunt homines hoc nomine digni,
quamque lupi, saevae plus feritatis habent.
non metuunt leges, sed cedit viribus aequum,
victaque pugnaci iura sub ense iacent.
pellibus et laxis arcent mala frigora bracis,
oraque sunt longis horrida tecta comis,
in paucis remanent Graecae vestigia linguae,
haec quoque iam Getico barbara facta sono.
unus in hoc nemo est populo,
qui forte Latine quaelibet e medio reddere verba queat.
ille ego Romanus vates—ignoscite, Musae!—
Sarmatico cogor plurima more loqui.
en pudet et fateor, iam desuetudine longa
vix subeunt ipsi verba Latina mihi.
nec dubito quin sint et in hoc non pauca libello
barbara . non hominis culpa, sed ista loci.
ne tamen Ausoniae perdam commercia linguae,
et fiat patrio vox mea muta sono,
ipse loquor mecum desuetaque verba retracto,
et studii repeto signa sinistra mei.

Séneca había expresado la maldad del hombre sin recurrir a la comparación con el lobo en su Epistola a Lucilio número103, en la que advierte que es necesario desconfiar de los hombres.

Como no es excesivamente larga la transcribiré íntegra para facilitar así al lector el conocimiento de una de las 124 cartas con consejos morales que Séneca escribió a su amigo Lucilio, aunque la frase concreta que hace referencia al asunto que nos ocupa es :

… pero el peligro del hombre para el hombre es de cada día.

Ab homine homini quotidianum periculum”.

Séneca, Cartas a Lucilio, 103:

Es necesario desconfiar de los hombres

¿Por qué te preocupas de aquellas cosas que tal vez puedan suceder, pero que también pueden no suceder? Quiero decir el incendio, el hundimiento de la casa y otros accidentes que nos ocurren por azar,  pero no por insidia alguna; antes bien, procura prever y evitar aquellas cosas que nos acechan y pueden asaltarnos por sorpresa. Son accidentes más raros,  aunque graves, naufragar, volcar en un vehículo, pero el peligro del hombre para el hombre es de cada día. Contra éste debes prepararte, a éste tienes que dirigir siempre unos ojos atentos; no existe ningún mal más frecuente, ninguno más pertinaz ni más traidor. La tempestad amenaza antes de estallar, los edificios crujen antes de hundirse, el humo anuncia anticipadamente el fuego, pero los perjuicios que nos vienen del hombre llegan de súbito, y se encubren con tanta mayor diligencia cuanto más cerca los tenemos.

Te equivocas si te fías del rostro de los que se te presentan: tienen cara de hombre, pero alma de fiera, pero en las fieras sólo el primer ataque es peligroso: no persiguen a los que pasan de largo; cuando atacan es siempre obligadas por el hambre o por el miedo, pues sólo la necesidad les impulsa a ser crueles. El hombre, al contrario, mata por gusto. Con todo, piensa tanto en los peligros que vienen del hombre, que llegues a pensar en los deberes que incumben al hombre. Considera los primeros  para no ser herido, y los segundos para no herir. Alégrate de la felicidad de todos, conmuévete con sus desdichas, y acuérdate de lo que tienes que hacer y de lo que debes evitar. ¿Qué conseguirás viviendo así? No que no te hagan daño, sino que no te engañen. Pero refúgiate tanto como puedas en la filosofía: en su seno hallarás protección y en ese santuario estarás seguro, por lo menos más seguro. No tropiezan unos con otros sino cuando siguen la misma vía. Pero no uses la filosofía con jactancia: para muchos fue causa de peligro el hecho de haberla conducido por caminos de altanería y arrogancia: es menester que te cures de los vicios sin retar a los demás hombres. No menosprecies las costumbres públicas, ni procedas de tal modo que parezcas condenar todo lo que no sea ella misma. La sabiduría puede andar sin pompa y sin malevolencia. Consérvate bueno. (Traducción de Jaime Bofill y Ferro. Edit. Iberia. Barcelona 1965)

Quid ista circumspicis, quae tibi possunt fortasse evenire, sed possunt et non evenire ? Incendium dico, ruinam, alia, quae 1 nobis incidunt, non insidiantur; illa potius vide, illa devita, quae  nos observant, quae captant. Rariores sunt 3 casus, etiam si graves, naufragium facere, vehiculo everti; ab homine homini cotidianum periculum. Adversus hoc te expedi, hoc intentis oculis intuere. Nullum est malum frequentius, nullum pertinacius, nullum blandius.

Ac tempestas minatur antequam surgat, crepant aedificia antequam corruant, praenuntiat fumus incendium; subita est ex homine pernicies et eo diligentius tegitur, quo propius accedit.
Erras, si istorum tibi qui occurrunt vultibus credis; hominum effigies habent, animos ferarum, nisi quod illarum perniciosus est primus incursus; quos transiere, non quaerunt. Numquam enim illas ad nocendum nisi necessitas incitat; aut  fame aut timore coguntur ad pugnam; homini perdere hominem libet.

Tu tamen ita cogita, quod ex homine periculum sit, ut cogites, quod sit hominis officium. Alterum intuere, ne laedaris, alterum ne laedas. Commodis omnium laeteris, movearis incommodis et memineris, quae praestare debeas, quae cavere.

Sic vivendo quid consequaris ? Non te ne noceant, sed ne fallant. Quantum potes autem, in philosophiam recede: illa te sinu suo proteget, in huius sacrario eris aut tutus aut tutior. Non arietant inter se nisi in eadem ambulantes via. Ipsam autem philosophiam non debebis iactare; multis fuit periculi causa insolenter tractata et contumaciter.

Tibi vitia detrahat, non aliis exprobret. Non abhorreat a publicis moribus nec hoc agat, ut quicquid non facit, damnare videatur. Licet sapere sine pompa, sine invidia. Vale.

Así que la idea del potencial maligno del hombre para con sus semejantes es una idea bien extendida.

Pero también escribió  “el hombre es una cosa sagrada para el hombre”, «Homo, sacra res homini», en la carta 95,33.  La carta es muy larga y en ella arremete Séneca contra la gula y el despilfarro, origen de muchas enfermedades del cuerpo y del alma. En este caso me limitaré a transcribir el párrafo en el que aparece la frase, aconsejando al lector la lectura completa de esta “epistula”.

Cartas a Lucilio, XCV, 33:

…El placer se anda buscando por todos los caminos; ningún vicio permanece dentro de su esfera; el lujo impele hacia la avaricia. Se va extendiendo un gran olvido de la honestidad: nada es deshonroso cuando el afán de lucro nos lo aconseja. El hombre, cosa sagrada para el hombre, es muerto ya por el juego o pasatiempo; antes era un crimen enseñarle a infligir y recibir heridas, hoy ya se le expone desnudo y sin armas, y el único espectáculo que podemos sacar del hombre es ya la muerte. (Traducción de Jaime Bofill y Ferro. Edit. Iberia. Barcelona 1965)

[33] …voluptas ex omni quaeritur. Nullum intra se manet vitium; in avaritiam luxuria praeceps est. Honesti oblivio invasit. Nihil turpest, cuius placet pretium. Homo, sacra res homini, iam per lusum ac iocum occiditur et quem erudiri ad inferenda accipiendaque vulnera nefas erat, is iam nudus inermisque producitur satisque spectaculi ex homine mors est.

Muchos años después el dominico español Francisco De Vitoria (1483-1546), que hizo una notable contribución al derecho internacional  y cuyo nombre lleva hoy una universidad privada española de orientación conservadora, se refiere a estos versos de Ovidio  cuando escribe:

Es contra el derecho natural que el hombre rechace al hombre sin causa alguna, pues no es el hombre un lobo para el hombre, como dijo Ovidio, sino un hombre.

“Contra ius naturale est, ut homo hominem sine aliqua causa aversetur. “non enim homini homo lupus est, ut ait Ovidius, sed homo”. (Relección primera. De los Indios,III,3ª ed. a cura de T.Urdanoz. Madrid 1960,p.709).

En la misma época de Vitoria, un humanista famoso, Erasmo de Rotterdam (1466-1536) utiliza la misma frase, contraponiendo los dos términos y lo hace precisamente en una de sus más famosas obras, en los Adagia, Adagios, que se imprimió no menos de veinte veces antes del De Cive de Hobbes; se publicaron la primera vez en 1508.

En realidad Erasmo parte del proverbio griego de Zósimo, aunque no lo dice y dedica al asunto dos de sus adagios, los números 69 y 70 de la Primera Quliada. El primero lo dedica a comentar la frase “Homo homini deus” y el segundo a “Homo  homini lupus”.

Nota: Quiliada es una palabra derivada de la griega kilioi (mil) y por tanto significa “millar”

El primero, el 69, el que dedica a  Ἄνθρωπος ἀνθρώπου δαιμόνιον,  “Homo homini deus”, es muy largo.  Comienza con una larga referencia a la “divinización” entre los antiguos.

No se diferencia mucho de este aquel dicho Ἄνθρωπος ἀνθρώπου δαιμόνιον, esto es: Homo homini deus, que se suele decir de aquel que nos aporta un repentina e inesperada salvación o de aquel que de algún modo nos hace un gran favor. Los Antiguos creían que ser dios no era otra cosa que ser útil a los mortales.

Non admodum hinc abludit et illud:Ἄνθρωπος ἀνθρώπου δαιμόνιον, id est
Homo homini deus, quod dici solet de eo, qui subitam atque insperatam attulit
salutem aut qui magno quopiam beneficio juvit. Antiquitas, enim nihil aliud
existimabat esse deum quam prodesse mortalibus…

Así que “homo homini deus” es un dicho que se suele decir. La Antigüedad creía que ser dios no es otra cosa sino ser beneficioso para los mortales.

Se fundamenta luego Erasmo en la autoridad de Homero y de Hesiodo y de Estrabón, y de Horacio y Juvenal y Virgilio y de Plinio y de Ovidio y de Plutarco y de San Pablo y de Gregorio Nacianceno, para poner ejemplos de benefactores que son dioses o considerados como tales. Termina matizando en qué condiciones un cristiano puede utilizar la expresión sin ofender a Dios.

Por cierto que Plinio, con su frase  “Deus est mortali juvare mortalem”, comentada anteriormente, muestra su inclinación hacia el ateísmo y poca reverencia para con los dioses, como el propia Erasmo se encarga de resaltar en este adagio. Plinio no admite una divinidad suprema que se cuide de los hombres, sino que cree que es el propio o mundo o una cierta Naturaleza quien lo dirige todo:

Plinio Segundo, en su Historia Natural, libro II, se refiere más claramente al proverbio (παροιμίαν) griego,  pero habla tan irreverentemente acerca de los dioses como lo hace un poco después sobre la inmortalidad de las almas y tan locamente sobre la resurrección de los cuerpos.

Riéndose de la multitud de dioses y rehusando atribuir el cuidado de los mortales a una sumprema divinidad, que el considera el mundo o una naturaleza no sé de qué tipo, dice: “Ser dios consiste en que un mortal proporcione ayuda a otro mortal”. Y este es el camino para la gloria eterna.

Plinius Secundus libro Naturalis historiae secundo manifestius Graecam παροιμίαν
indicavit, sed tam impie sentiens de diis quam paulo post de animarum
immortalitate deque corporum resurrectione desipienter. Nam cum et multitudinem
deorum irrisisset et uni illi summo, quem aut mundum hunc aut naturam nescio
quam esse putat, prorsus ademisset curam mortalium, Deus est, inquit, mortali
iuvare mortalem. Et haec ad aeternam gloriam via.

El Segundo, el 70,  es mucho más breve

I,I,70  Homo homini lupus

Ἄνθρωπος ἀνθρώπου λύκος, es decir, el hombre es un lobo para el hombre Es una frase casi inversa a la anterior, y que parece que ha sido hecha a partir de esta, que utilizó  Plauto en su Asinaria, “El hombre es un lobo para el hombre”. Con esta frase nos advierte de que no nos fiemos de una persona desconocida, sino que por el contrario seamos precavidos como un lobo.

Un lobo, dice,  es el hombre para el hombre, y no un hombre, cuando no sabe de quien se trata.

Ἄνθρωπος ἀνθρώπου λύκος, id est Homo homini lupus. Superiori quasi
diversum est ac velut hinc effictum videtur, quod usurpavit Plautus in Asinaria, Homo homini lupus. Quo monemur, ne quid fidamus homini ignoto, sed perinde atque a lupo caveamus:

     Lupus est (inquit) homo homini, non homo, qui qualis sit non novit.

Y también en Francis Bacon (1561-1616), que se desenvuelve en una temática sobre la Justicia y el Estado, como hace Hobbes, dice en su Instauratio Magna, en el De dignitate et augmentis Scientiarum, en el Liber VI, c.III. Exempla antithetorum XX,:

La justicia debe hacer que el hombre sea un Dios para el hombre, no un lobo.

“Iustitia debetur, quod homo homini sit Deus, non lupus”

Nota: François Tricaud, en su artículo: “Homo homini Deus”, “Homo homini Lupus”: Recherches de Sources de deux Formules de Hobbes”, no conoce esta cita; es más afirma de Bacon que no utiliza la doble fórmula  …deus…lupus. Es un error.

Y también el mismo Bacon, en un contexto similar, en el Liber VIII, caput II, en la parábola XXV, que titula “Fons turbatus pede, et vena corrupta, est iustus cadens coram impío” y en la que advierte que hay que evitar los juicios injustos, porque la injusticia del juez corrompe las fuentes mismas del derecho:

25. Fons turbatus pede, et vena corrupta, est justus cadens coram impio.
EXPLICATIO. Praecipit Parabola, rebuspublicis ante omnia cavendum esse de iniquo et infami judicio, in caussa aliqua celebri et gravi; praesertim ubi non absolvitur noxius, sed condemnatur insons. Etenim injuriae inter privatos grassantes turbant quidem et polluunt latices justitiae, sed tanquam in rivulis; verum judicia iniqua qualia diximus, a quibus exempla petuntur, fontes ipsos justitiae inficiunt et inquinant. Postquam enim tribunal cesserit in partes injustitiae, status rerum vertitur tanquam in latrocinium publicum: fitque plane, ut homo homini sit lupus.

Luego también en J.Owen (muerto en 1793):

“Homo homini lupus, homo homini deus” ((Epigrammata,1606,III,23),

Existen obras como el Dictionary of the Proverbs in England in the 16th and 17th Centuries, de M.P. Tilley en el que se dan numerosas referencias anteriores a Hobbes.

Baruch de Spinoza (1632-1677) en su Ethica, IV, escolio del segundo corolario de la proposición XXXV, dice, pensando en Hobbes, que la frase “Homo homini Deus” “estaba casi en todas las bocas” (ómnibus fere in ore), señalando así la frecuencia y conocimiento de la frase en cuestión.

Montaigne (1533-1592) en Francia, que refiriéndose al matrimonio dice en Essais, III,ch.IV:

“C’est une convention à laquelle se raporte bien à point ce qu’on dict, homo homini o Deus o lupus”

“Es una convención a la que bien a punto se refiere lo que se dice, que homo homini o Deus o lupus”.

También Montaigne, pues,  presenta la frase como algo que frecuentemente se dice.

Y en España Baltasar Gracián (1601-1658) en su Criticón,I, IV, pág, 32 de la edición de la Colección Austral de Espasa-Calpe, al referirse a los hombres también la emplea: “cada uno es un lobo para el otro”

En este punto, después de todas estas citas que a algún lector pueden parecer demasiadas, podemos preguntarnos de nuevo: ¿Leyó Hobbes la comedia de Plauto?

Pudo leerla, pero si la frase de Plauto se había convertido en una sentencia y su difusión era tan extensa que estaba casi en todas las bocas, como decía Spinoza y figuraba en las recopilaciones de sentencias, Hobbes no necesitó del conocimiento completo de la comedia de Plauto.  En realidad lo más probable es que lo conociera de Erasmo, dada la fama de sus Adagia, o más probablemente de Bacon, con el que Hobbes vivió incluso algunos meses; por ello en ningún momento se adjudica la autoría.

Con esta larga exposición habría intentado profundizar en el origen de la frase en cuestión. Nos quedaría ahora profundizar en el significado de las frases en cada autor y contexto, su uso proverbial en griego, en los autores ¿Demófilo?, Plauto, Cecilio, Virgilio, Plinio y los restantes autores latinos, Erasmo, Hobbes, etc.

No haré ahora la reflexión sobre el contenido de las frases; dejo la tarea al lector; pero en cambio sí quiero dejar unas cuantas cuestiones abiertas a la consideración del lector.

La primera sería la idea extendida en el mundo antiguo según la cual los dioses son benefactores de los hombres y en consecuencia el hombre que favorece a sus semejantes también es un dios o se asemeja a los dioses.

El hombre que favorece a sus semejantes también es un dios
Esto está en relación también con el “evergetismo” (del griego εύεργετέω y  ευεργετισμός, que significa «hacer el bien»,  «obrar bien, hacercer buenas obras») o función benefactora de los gobernantes, ricos y poderosos, y con la divinización de los reyes y dirigentes.

¿Plauto nos dice que debemos desconfiar de todo desconocido (este parece el sentido banal del pasaje de “Asinaria”)?  o ¿tal vez insinúe que el hombre es un lobo para el hombre si no reconoce al otro como su semejante?

¿Nos está diciendo Plinio, despectivo con los dioses tradicionales, que el único dios que existe para el hombre es otro hombre cuando hace el bien a sus semejantes?

Si en la traducción inglesa de Hobbes “Homo homini lupus” se traduce por “Man to Man is a kind of God”, ¿se está diciendo que el hombre es Dios, un dios o algo similar a Dios, algo divino?
¿O estará diciendo Hobbes algo parecido a lo que decía Plinio, cuando une en una misma frase el “homo homini lupus” y el “homo homini deus? Es decir, ¿nos estará diciendo Hobbes que el hombre deja de ser un lobo para convertirse en dios cuando crea el Estado y las instituciones sociales que garantizan su pervivencia y el ideal burgués de supervivencia y reciprocidad? Es decir, ¿será Hobbes más revolucionario en el fondo con su frase homo homini deus de lo que podría hacernos creer su frase más exitosa homo homini lupus?

En el autor en el que no cabe duda alguna del sentido de la frase Homo homini deus est es en  el materialista Ludwig Feuerbach (1804-1872), para quien la idea de Dios no es sino la del hombre alienado proyectado hacia un ser ficitio y lejano a la propia humanidad.

Creo que son ya muchas preguntas, quedan varias más,  para finalizar un artículo ya demasiado largo. Así que dejaré las respuestas a la voluntad del sabio lector.

En cualquier caso, el proverbio o los proverbios si separamos las dos partes de la frase o consideramos algunos muy similares, se sigue utilizando con toda frecuencia y también en todo tipo de contextos, con lo que su significado concreto es enormemente variado.

Expondré a título de ejemplo un proverbio similar con el que Miguel de Unamuno, cambiando ligeramente la forma (existe también homo homini canis) y también el sentido (el hombre, algunos hombres, son como perros falderos al servicio de otro hombre) publicó en la revista española “La Esfera” número 106, en  un artículo titulado “Homo hominis canis”, en el que decía textualmente:

“Homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre, dijo Hobbes, pero podría muy bien cambiarse el aforismo y decir: Homo hominis canis, el hombre es un perro del hombre.Y hay más hombres caninos o perrunos que no lupinos o lobunos”.

Grecia y Roma28 diciembre 2015Cultura, Educación, Filosofía, Lengua y Literatura, Polí­tica
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Antonio Marco Martínez

Nacido en enero de 1949, profesor de Latín en diversos Institutos, dispone ahora en su jubilación, del tiempo suficiente para volver a leer a los clásicos grecolatinos, repasar su historia y cultura, y extraer información que tenga algún interés directo para el momento actual.

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