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martes, 12 de febrero de 2013

Historia del carnaval

TODO COMENZÓ DE ESTA MANERA 

La celebración del Carnaval tiene su origen probable en fiestas paganas, como las que se realizaban en honor a Baco, el Dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto.

Según algunos historiadores, los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que nos colonizaron a partir del siglo XV.

El Carnaval "Cristiano" La celebración del Carnaval es una de las fiestas más populares.
Se celebra en los países que tienen tradición cristiana, precediendo a la cuaresma.
Por lo general, en muchos lugares se celebra durante tres días, y se los designa con el nombre de carnestolendas, y son los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza, que es el día en que comienza la cuaresma en el Calendario Cristiano.
Se supone que el término carnaval proviene del latín medieval "carnelevarium", que significaba "quitar la carne" y que se refería a la prohibición religiosa de consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma.

Hay países en que se comienza la celebración del carnaval en distintas fechas, como en algunos lugares de Alemania en que se inicia el 11 del 11 a las 11 horas 11 minutos.
O los hay que lo comienzan no bien termina la Epifanía, el 6 de enero.
En otros lugares es tradicional comenzar el jueves anterior al Miércoles de Ceniza, y lo denominan Jueves Graso, como sucede en Italia.
En ciertos países en que el Carnaval está muy arraigado como celebración popular, y ya alejada de su significado religioso, alargan los festejos a los fines de semana del mes de febrero y a veces el primer fin de semana de marzo.

El Carnaval en la Edad Media Y en los Tiempos de la Colonia. 

En la Edad media, tan inflexible en los ayunos, abstinencias y cuaresmas, y con persecuciones a quienes no respetaban las normas religiosas, sin embargo, renació el carnaval y se continuó la tradición hasta la actualidad en muchos lugares del mundo.
En esta época, se celebraba con juegos, banquetes, bailes y diversiones en general, con mucha comida y mucha bebida, con el objeto de enfrentar la abstinencia con el cuerpo bien fortalecido y preparado.
En la España de la época de la Conquista y la Colonia ya era costumbre durante el reinado de los Reyes Católicos disfrazarse en determinados días con el fin de gastar bromas en los lugares públicos.
Más tarde, en 1523, Carlos I dictó una ley prohibiendo las máscaras y enmascarados.
Del mismo modo, Felipe II también llevó a cabo una prohibición sobre máscaras.
Fue Felipe IV, quien restauró el esplendor de las máscaras.

El Carnaval en los Tiempos Modernos. 

Hoy en día, hay lugares célebres por sus festejos tradicionales y espectaculares, que atraen al turista y al amante de las costumbres de cada sitio, como lo son el Carnaval de Río, el de Santa Cruz de Tenerife, el de Oruro en Bolivia, el de Corrientes en Argentina y el de República Dominicana, con sus distintas expresiones, desde el Vegano hasta el de Santo Domingo.

Se celebra en los distintos lugares de formas similares, pues siempre se presencian desfiles de carrozas, comparsas formadas por grupos de máscaras o bailarines vestidos con un mismo estilo que caracteriza a cada una de ellas, máscaras representando a distintos personajes reales o alegóricos, así como bailes de disfraces y diversión con cotillón, típico de esta fecha.

En algunos lugares se estila que las máscaras persigan a los paseantes con vejigas que se utilizan para asustan, dar golpes no demasiado fuertes, o hacer reír; en otros lugares es típico el uso de serpentinas, papel picado, espuma molesta, y hasta mojar con agua, en pomos, globos y recipientes.

El antifaz moderno es un vestigio de las fiestas de Baco y Cibeles. Jeanette Miller, en el libro de Polibio Días "Imágenes de Carnaval", dice que la fiesta del carnaval popular crea, rescata y metamorfosea nuestras costumbres.
Las celebraciones más auténticas y de mayor fuerza son las que hace el grueso del pueblo convirtiendo harapos en vestimentas, pintando sus desnudeces con tiza, cal o aceite quemado; en fin, utilizando desechos a fuerza de imaginación para crear impacto con imagines insólitas llenas de belleza y fantasía.
En este sentido los habitantes de Santo Domingo han desarrollado simbologías cada vez más complicadas, que abarcan desde el sarcasmo en la representación de situaciones que son consecuencia del orden económico y político, hasta la sublimación de los personajes más relevantes de la televisión. (imagen ésta que se repite en muchos países del mundo).
El carnaval popular en la Ciudad de Santo Domingo, tenía su centro a mediados de siglo en el Parque Enriquillo, donde se reunían comparsas de lugares cercanos, como es el caso de Villa Mella, Sabana Perdida, Los Minas, Mandinga, etc., así como de los solares del Almirante y el Aguacate, donde vía muchos negros de Curazao, los que "acompañándose de acordeón y g'ira, vociferaban hasta las altas horas de la noche", según Tulio M. Cestero.
Estas comparsas venían acompañadas con música de palos, balsié, tambora, g'iras, maracas, panderos, al ritmo de palo, salve y congo.
Luego apareció el triángulo de metal, redoblante, drum y flauta con el grupo "Masquerade" o "Wild Indian", con los cocolos de San Pedro de Macorís, que mucho denominaban erróneamente "Guloyas". Junto a esto, personajes y comparsas creaban su propia música.
El desfile nacional de carnaval, a partir del 1983, permite el encuentro de expresiones locales y particulares de carnaval, dando proceso a la definición de la música del carnaval dominicano. Allí se comenzaron a reencontrar el Gagá, el Priprí, los Palos de Carabiné, las Salves, el Perico Ripiao, etc..

Fuente 

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