LA INVESTIGACION ECONOMICA EN LIMA CATALOGO 1985/1986 Germán Alarco Carmen Moloche Un elemento central en cualquier proceso de investigación es el mayor conocimiento de fuentes bibliográficas sobre el tema que se pretende analizar. Con una importancia similar, se tiene el hecho de conocer en que'vienen trabajando las principales instituciones —y dentro de ellas las personas— dedicadas al quehacer de la investigación económica. En esa dirección el documento plasma y presenta un primer ordenamiento de las actividades de investigación económica, entendida más bien en un sentido amplio y no estricto, en un espacio geográfico determinado constituido por la ciudad de Lima1 y para el período 1985/ 19862 . Concretamente, pensamos que la utilidad de la información consignada es múltiple. En primer lugar, se trata de promover la cooperación entre las unidades de investigación y los investigadores en concreto, cuando se estén analizando temas comunes y/o complementarios. Se trata de promover una mayor racionalización en los recursos y energías, de forma que si muchas personas o instituciones se dedican a un tema común lo conozcan concientemente, de forma que puedan intercambiar información. En un segundo nivel,se puede fraccionar el tema referido aprovechando las ventajas de una mayor especialización, o si la concepción del tema es diferente, manteniendo el proyecto en su integridad para contar con una mayor pluralidad de opinión. Asimismo, este conocimiento posibilita una mejor asignación de los recursos para la investigación por parte de las entidades promotoras: el conocimiento de las áreas no cubiertas (por ejemplo los temas de historia económica), en las que existe una sobresaturación, la promoción de una mayor descentralización, etc. La investigación constó de tres grandes etapas: una primera, de definición del universo de las entidades que realizan investigación económica y el diseño de los formatos de encuesta; una segunda etapa, de aplicación y recolección de la informa ción y una tercera, de ordenamiento y procesamiento. En relación a las encuestas, la nuestra fue una basada en la buena disposición de las diferentes unidades que se dedican a la investigación. En esa dirección hemos plasmado en nuestro catálogo la información que ellos nos proporcionaron y los puntos en que teníamos información insuficiente —en algunos casos especiales— fueron absueltos en la medida en que dichas unidades lo quisieron hacer. Se determinó el universo de unidades que se dedica a la investigación económica en base a diferentes fuentes: La Asociación Nacional de Centros, que lamentablemente parece se está desactivando por el incumplimiento de sus propios asociados, el Inventario de Investigación Socioeconómica en el Perú publicado por ESAN en 1980 y por determinados registros de la Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales (FOMCIENCIAS). Por tanto, este debe entenderse como un esfuerzo para disponer de un catálogo reciente sobre el tema, ya que el último 144 ARTICULO
Esa noche cayó jueves y era el estreno del documental “Los odisea de los Andes”, del chileno Álvaro J. Covacevich, en Ciudad de México. Ese 12 de febrero de 1976, hace exactamente 45 años, nadie podía presagiar que la noticia al día siguiente no sería sobre el excelente trabajo audiovisual en torno a la tragedia de los deportistas uruguayos, cuyo avión cayó en los Andes chilenos en octubre de 1972, sino el encontronazo del escritor peruano Mario Vargas Llosa con su colega colombiano Gabriel García Márquez, quienes hasta ese momento eran amigos y los escritores más relevantes del boom latinoamericano.
Vargas Llosa y García Márquez estaban en ese estreno, así como otros escritores y periodistas amigos, porque el guion de la película lo había hecho Mario, ya famoso por sus tres primeras novelas: La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) y Conversación en La Catedral (1969), y en ese momento afinaba los detalles de su próxima novela, La tía Julia y el escribidor (1977). Estaba en uno de sus mejores momentos creativos
En el hall de la sala de exhibición, estaba el autor de Cien años de soledad (1967) departiendo al lado de su esposa Mercedes Barcha, cuando ingresó el peruano y, sin mediar palabra más que la de “¡traidor!”, le dio tal derechazo entre el ojo y la nariz al colombiano que este cayó de bruces al piso, ensangrentado y semiinconsciente.
Incluso en una escena tan evidente y pública como esta, las versiones se contradijeron. Para algunos, el escritor peruano le gritó luego del golpe a su colega caído: “¡Esto fue por lo que le dijiste a Patricia en Barcelona!”; mientras otros testigos afirmaron que no dijo “dijiste” sino “hiciste”, provocando una seria variopinta de interpretaciones.
La noticia en los medios mexicanos fue rotunda y más escandalosa de lo que hubieran querido ambos creadores literarios. Ocasionalmente, llegó a ese estreno del documental con guion de Vargas Llosa, el periodista peruano y fundador de la revista “Oiga”, Francisco Igartua, quien se convirtió sin quererlo en testigo ocular de los hechos. Algunos años después, Igartua publicaría su versión de los hechos en su libro de memorias Huellas de un destierro (1998).
LO QUE PASÓ DESPUÉS DEL GOLPE
El periodista de “Oiga” recordó que al llegar tarde a la función, solo pudo ver a la escritora mexicana Elena Poniatowska y alguien más atendiendo en una banca, fuera del local, a un Gabriel García Márquez golpeado por alguien; al ingresar al hall, aun con la imagen de Gabo herido, descubrió a su amigo Vargas Llosa aun asombrado por lo que acababa de hacer. A Igartua no le quedaba dudas de lo que había ocurrido entre ambos escritores.
“Pero me animé a avanzar y saludé con un corto abrazo a Mario, que estaba hierático, y al darle la mano a Wong éste me jaló suavemente y me dijo al oído: “Hace dos minutos ha estado tendido en el suelo que está usted pisando Gabriel García Márquez...Mario le dio un solo golpe y lo noqueó, diciéndole: ‘Esto es por lo que hiciste a Patricia en Barcelona’”, contó Igartua.
Según el periodista-testigo, a García Márquez le bajaron la hinchazón del ojo con un trozo de bistec, que compraron en una carnicería cerca de la sala de exhibición. Igartua pensaba entonces que la reacción de Vargas Llosa iba más en relación a la posición política e ideológica de García Márquez, muy apegado al castrismo cubano, al punto de negarse a firmar cartas de protestas por el caso del poeta Heberto Padilla, quien fue obligado a retractarse de su posición crítica (en el mismo estilo soviético con sus escritores disidentes). Para Vargas Llosa era inaceptable defender un régimen con claras señales dictatoriales y eso no se lo perdonaría a Gabo.
Entonces, se decía Igartua, a raíz de un malentendido doméstico, que involucraba a Patricia Llosa, la esposa de Mario, el asunto se sobrepasó a esos niveles pugilísticos, resultando una escena bochornosa para los propios protagonistas y sus amigos.
Cuando el escritor colombiano cumplió 80 años, en el 2007, el diario mexicano “La Jornada” publicó en portada una fotografía del Nobel colombiano, tomada dos días después del choque con su colega de las letras. En esa imagen, Gabo lucía aún el ojo izquierdo morado. Él mismo sostendría que se hizo la foto como prueba de la inusual agresión que vivió aquella noche mexicana.
Con esa primicia literaria, “La Jornada” fue noticia mundial. Y el tema de alguna forma volvió a ser discutido y comentado. El fotógrafo mexicano, de origen colombiano, Rodrigo Moya registró ese momento a pedido del propio narrador de Aracataca. Según Moya, la imagen se tomó el 14 de febrero de 1976, en su casa de la colonia Nápoles, en Ciudad de México. Solo habían pasado dos días del nocaut.
Moya dejó un testimonio de cómo percibía el asunto el agraviado Gabo. Recordó que al preguntarle al escritor qué le había pasado, este fue evasivo y explicó que la agresión fue por diferencias insalvables con Vargas Llosa. La esposa de Gabo, Mercedes Barcha, quien lo acompañaba cuando le hicieron la foto, contó -según Moya- que su marido solo alzó los brazos y apenas dijo: “¡Mario!” (otros testigos indicaron que dijo: “¡Hermano!”), aquel lo recibió “con un golpe seco que lo tiró sobre la alfombra con el rostro bañado en sangre”, explicó Moya en “La Jornada” al recordar el relato de Mercedes.