Alargadas y adustas figuras anónimas toman las calles de ciudades y pueblos durante las celebraciones de Semana Santa. Los penitentes visten túnicas, atuendos más o menos lujosos con los que los nazarenos acompañan los pasos procesionales y en los que nunca falta su prenda más característica, el capirote. El capirote es un sombrero de forma cónica, normalmente de cartón que se recubre con un amplio antifaz de tela que sirve para cubrir la cara, el pecho y parte de la espalda del penitente para salvaguardar así su anonimato, aunque hay lugares en los que el cofrade desfila a cara descubierta, con lo que el capirote pierde la parte frontal del antifaz.
Capirote, capuz, capuchón son algunos de los nombres que pueden darse a esta prenda, cuyo origen es común y se remonta a la época de la Inquisición, el tribunal religioso surgido en el sur de Francia en 1184 para perseguir la herejía cátara, aunque su máxima expresión y poder se produjo en España donde actuó entre 1481 y 1821.
Según las crónicas, los condenados por este tribunal religioso se veían obligados a llevar como castigo en algunos delitos y durante un periodo de tiempo, que podía llegar a ser para toda la vida, una prenda de tela parecida a un gran escapulario que les cubría el pecho y la espalda, llamada sambenito (saco bendito) de color amarillo y en la que se podía lucir un símbolo que hacia referencia al delito cometido. Una vez cumplida la penitencia, el sambenito era expuesto en la iglesia a la que pertenecía el condenado para recordar a todos su pecado.
Pero además del sambenito, palabra que ha pasado al lenguaje popular en expresiones como "colgarle el sambenito a alguien", en referencia a una fama mal merecida o injusta, los condenados por el Santo Oficio también debían lucir una coroza, es decir, un cono alargado de papel engrudado que como señal afrentosa se ponía en la cabeza de ciertos condenados y que llevaba pintadas figuras alusivas al delito o a su castigo.
Este gorro cónico es el origen, por su significado penitencial, de los capirotes que lucen desde hace siglos los penitentes, cofrades y nazarenos que cada Semana Santa acompañan a las procesiones.Varios penitentes en la procesión del Santísimo Cristo Resucitado en Málaga, a su paso por la tribuna de los pobres de la capital malagueña. Jesús Domínguez Nazarenos de la Hermandad de Triana pasan por la catedral de Sevilla durante su estación de penitencia en la "madrugá" del Viernes Santo.
Un grupo de cofrades, tocados la capucha conocida como tercerol, llevan a hombros una imagen de la Virgen en la procesión de la "Última cena del Salvador", en Santiago de Compostela.
EFE/Lavandeira jr
No hay comentarios:
Publicar un comentario