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sábado, 4 de diciembre de 2021

Amor carnal, amor platónico en el Banquete

Amor carnal, amor platónico en el Banquete

Fleshly love, platonic love in the Symposium


Resumen.:

Me propongo mostrar aquí que en el Banquete Platón presenta consideraciones sobre la estima en que se tiene al cuerpo en apariencia contradictorias, pero en realidad complementarias. Las tres tesis centrales de la presente interpretación son: a) Que el cuerpo es esencial para activar el “éros”, en tanto la atracción sexual hacia los bellos cuerpos es el modo más natural de comienzo de la experiencia erótica. b) Que el ascenso a la belleza en sí implica desapego de un cuerpo en particular para llegar a una apreciación de este desde una comprensión más amplia. c) Que el tipo de relación amorosa que establece Sócrates con jóvenes bellos muestra que la expresión física de “éros” nunca es totalmente erradicada, sino que, por el contrario, se convierte en un punto fundamental de reconexión con la carencia constitutiva de “éros”.

Palabras clave:Platón, Banquete, amor, desapego, cuerpo.

Abstract. :Here I aim to show how the views on the body in Plato´s Symposium must be considered not as contradictory but as complementary. The three main thesis of this paper are: a) The body is essential for the triggering of “erôs”, insofar as sexual attraction to beautiful bodies is the most natural way in which anyone can start to develop an erotic experience. b) The ascent towards beauty itself implies detachment from a particular body as such in order to move to an appraisal of it from a wider, more general understanding. c) Additionally, the loving relationship between Socrates and beautiful young men shows that the physical dimension of “erôs” is never completely eradicated by Plato but, on the contrary, it works as an essential trigger of desire.

Key words:Plato, Symposium, love, detachment, body..

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viernes, 3 de diciembre de 2021

martes, 16 de noviembre de 2021

El problema de la identidad nacional en la obra de José Carlos Mariátegui

El problema de la identidad nacional en la obra de José Carlos Mariátegui Luis Veres https://doi.org/10.4000/amnis.172 

  RÉSUMÉS FRANÇAIS ENGLISH  ESPAÑOL 

Au début du XXe siècle, le mouvement « indigéniste » et les idées socialistes se propagent dans tout le Pérou. Nombre de jeunes écrivains, qui voulaient résoudre le problème indien au Pérou et en Amérique Latine, lisent avec beaucoup d’intérêt les ouvrages de Marx, Lénine et Engels. Le marxisme est perçu comme un programme pour expliquer le monde moderne. Cette idéologie influence l’œuvre de l’intellectuel le plus charismatique de cette époque : José Carlos Mariátegui. C’est dans ce contexte qu’il convient de situer son œuvre la plus importante, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Dans ce livre, Mariátegui rêve d’un Pérou « intégral », modèle national fondé sur l’unité de toutes les races. Mais, cet ouvrage est parsemé de contradictions qui brisent l’idée d’intégration : des problèmes sociaux et raciaux qui vont à l’encontre de cette cohésion nationale à laquelle Mariátegui aspire, et qui sont le reflet d’une méconnaissance de la réalité. 

El problema de la nacionalidad y el proceso de la literatura 

1 Antonio Melis, “Mariátegui, primer marxista de América”, en AAVV, Mariátegui : tres estudios, Lima (...) 1En claro paralelismo con este fervor indigenista que se produce en las primeras décadas del siglo, las ideas socialistas se propagan por Perú tras el triunfo de la Revolución Rusa y el fin de la I Guerra Mundial. Los libros de Marx, Engels y Lenin eran leídos atentamente por los jóvenes escritores para afrontar el problema del indio no sólo en el Perú sino en toda América Latina. 
El marxismo es visto como un programa para explicar el mundo moderno y es la guía que sirve de rumbo al intelectual más carismático de estos años : :José Carlos Mariátegui. 
Para Antonio Melis, la figura de Mariátegui constituye “el mayor intelectual latinoamericano de nuestro siglo”1, y este hecho puede ser contrastado en la inabarcable bibliografía que existe sobre el mismo. 2Uno de los inconvenientes con el que se enfrenta el investigador al enfrentarse con la obra de Mariátegui es el copioso legado periodístico que nos dejó y que abarca los veinte volúmenes que ocupan sus obras completas junto con la amplitud de los estudios críticos que se han preocupado de su obra, aunque sectorialmente analizado. 

 El indigenismo de Mariátegui 

2 Edgar Montiel, “Política de la nación. 
El proyecto del Inca Garcilaso y de Mariátegui en el Perú d (...) 
3 José Carlos Mariátegui, “Advertencia”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana ( (...) 
4 Antonio Melis,, “José Carlos Mariátegui hacia el Siglo XXI”, en Cuadernos de Recienvenido, Univers (...) 3 Con los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1923), aparece en la historia del pensamiento peruano la primera interpretación marxista del desarrollo económico e histórico del Perú. 

Los Siete ensayos son “un primer intento de interpretación global, estructural y causal de la formación peruana”2. En la “Advertencia”, que sirve de prólogo, Mariátegui indica el carácter inacabado de su libro. La elección de estos siete ensayos no es casual, sino que responde al deseo de su autor de interpretar “aspectos sustantivos de la realidad peruana”3. A pesar de las puntualizaciones que se puedan hacer al conjunto de su obra, “su diseño de definición de una realidad nacional sigue vigente como modelo”4. 4En el ensayo que abre el volumen, “Esquema de la evolución económica”, Mariátegui señala que la conquista de los españoles destruyó el sistema de producción de los incas sin que éste fuera reemplazado por otro : 5 José Carlos Mariátegui, “Esquema de la evolución económica”, en Siete ensayos de interpretación de (...) 

Hasta la Conquista se desenvolvió en el Perú una economía que brotaba espontánea y libremente del suelo y la gente peruanos. En el Imperio de los Inkas, agrupación de comunas agrícolas y sedentarias, lo más interesante era la economía. [...] Los conquistadores españoles destruyeron, sin poder naturalmente reemplazarla, esta formidable máquina de producción. La sociedad indígena, la economía inkaica, se descompusieron y anodadaron completamente al golpe de la Conquista.5 

5Para Mariátegui la Conquista supuso un cataclismo que rompió la identidad del país a causa de la destrucción del sistema socialista en que se basaba su economía : 

6 Ibid, pp. 13-14. 

Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en comunidades dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo solidario y orgánico. Los conquistadores no se ocuparon casi sino de distribuirse el pingüe botín de guerra. Despojaron los templos y los palacios de los tesoros que guardaban ; se repartieron las tierras y los hombres sin preguntarse siquiera por su porvenir como fuerzas y medios de producción.6 6Durante el Virreinato la situación se agravó, pues los conquistadores superpusieron una economía de tipo feudal : 7 Ibid, p. 14. 

El Virreinato señala el comienzo del difícil y complejo proceso de formación de una nueva economía. En este período, España se esforzó dar una organización política y económica a su inmensa colonia. Los españoles empezaron a cultivar el suelo y a explotar las minas de oro y plata. Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía feudal.7 

7Este problema se arrastra hasta la República, de manera que el problema del mal que aqueja al Perú, ese mismo problema que se planteaban los novecentistas y que persiste en Mariátegui, es un problema fundamentalmente económico, problema que impide la integración del indio en la estructura del país : 

8 José Carlos Mariátegui, “El problema del indio”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad (...) La historia, afortunadamente, resuelve todas las dudas y desvanece todos los equívocos. 
La Conquista fue un hecho político. 
Interrumpió bruscamente el proceso autónomo de la nación quechua, pero no implicó una repentina sustitución de las leyes y costumbres de los nativos por las de los conquistadores. Sin embargo, ese hecho político abrió en todos los órdenes de cosa, así espirituales como materiales, otro período. El cambio de régimen bastó para mudar desde sus cimientos la vida del pueblo quechua. 

La Independencia fue otro hecho político. Tampoco correspondió a una radical transformación de la estructura económica y social del Perú ; pero inauguró, no obstante, otro período de nuestra historia, y si no mejoró prácticamente la condición del indígena, por no haber tocado casi la infraestructura económica colonial, cambió su situación jurídica y franqueó el camino de su emancipación política y social.8 9 José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la reali (...) 8Junto al débil desarrollo de una economía burguesa en la costa, la caracterización económica del Perú se basa en la imposición de un sistema feudal regido por gamonales : :“El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú”

9.El régimen feudal es la causa del problema del indio. Mariátegui lo analiza en dos direcciones : el problema de la tierra y el problema del indio, para concluir que indio y tierra son dos problemas que van indisolublemente unidos : 

10 Ibid. Las expresiones de feudalidad sobreviviente son dos : latifundio y servidumbre. Expresiones solidarias y consustanciales, cuyo análisis nos conduce a la conclusión de que no se puede liquidar la servidumbre, que pesa sobre la raza indígena, sin liquidar el latifundio.10 

11 Vid. Eric J. Hobsbawm : “Los elementos feudales en el desarrollo de América Latina”, en Análisis, (...) 

12 Vid. Hernando Aguirre Gamio, Mariátegui : destino polémico, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1 (...) 9No obstante, como ponen de manifiesto algunos investigadores, el sistema implantado por los españoles en América no era un sistema de carácter feudal, sino una forma determinada de capitalismo que Mariátegui interpretó como feudal, tesis que ya había sido puesta sobre el mantel por liberales y positivistas11. Respecto a esta caracterización de la economía colonial Aguirre Gamio señala que la interpretación de Mariátegui de la economía colonial es errónea, ya que no existió tal feudalismo ni éste perduró durante el Virreinato y la República, sino que el sistema allí implantado fue una muestra del capitalismo incipiente que entonces los modernos estados europeos comenzaban a desarrollar. Sus planteamientos, de ese modo, para este autor, desembocan en los prejuicios de la leyenda negra española y por ello Mariátegui cae de nuevo en el error de alabar la colonización inglesa, a la cual considera consecuencia del capitalismo, mientras que la colonización española encontraría su carácter feudal en la misma feudalidad que estaba vigente en la Península12 : 

13 Ibid, p. 102. No se puede negar, es cierto, la supervivencia de formas precapitalistas de posesión, propiedad y trabajo de la tierra en la época colonial, como fueron los latifundios pertenecientes a manos muertas, principalmente la Iglesia, la institución del mayorazgo y el trabajo servil. Pero tales formas no dibujaron los rasgos determinantes de la fisonomía económica colonial. Sustentaron la mayor parte del tiempo un poder de tipo local o regional y, en conjunto, se imbrincaron en la economía capitalista de tipo mercantil que España nos trajo.13 10El error de Mariátegui le lleva a afirmar que la única solución posible para remediar la injusta distribución de la riqueza y para incorporar al indio a la sociedad es la teoría socialista : 

14 Ibid, p. 80. Mariátegui extrajo conclusiones totalmente diversas de una caracterización semejante de la sociedad peruana. Sostuvo que la inexistencia de una burguesía digna de ese nombre -debido a su crecimiento ’en un suelo feudal’- y otras circunstancias conexas determinaban que la revolución peruana tuviese que ser, pura y simplemente, una revolución socialista.14 11Mariátegui planteaba el problema de manera irreversible, el indio o el gamonal, y éste era el único medio para modernizar el Perú, modernidad que llegaría mediante la propagación de las ideas socialistas : 

15 Ibid, p. 48. La propagación en el Perú de las ideas socialistas ha traído como consecuencia un fuerte movimiento de reivindicación indígena. La nueva generación peruana siente y sabe que el proyecto del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina.15 

16 Ibid, p. 55. 

17 Francisco José López Alfonso, :Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadr (...) 12 La idea de la revitalización del comunismo incaico ocupa un lugar central en el pensamiento de Mariátegui ; de ahí sus continuos elogios que se dispersan en los Siete ensayos :“Bajo una aristocracia indígena, los nativos componían una nación de diez millones de hombres, con un Estado eficiente y orgánico cuya acción arribaba a todo los ámbitos de su soberanía”16. Como señala López Alfonso, Luis E. Valcárcel e Hildebrando Castro Pozo influyeron en Mariátegui a la hora de ver las posibilidades de desarrollo de este comunismo arcaico que anteriormente Belaúnde había rechazado, comunismo que, por otra parte, Mariátegui reconocía que era distinto al de sus contemporáneos, pero que veía refrendado por los recientes acontecimientos de Rusia y la solidaridad de los estudiantes con el movimiento obrero en la cercana Reforma Universitaria17 : 

18 José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la reali (...) El comunismo moderno es una cosa distinta del comunismo inkaico. Esto es lo primero que necesita aprender y entender, el hombre de estudio que explora el Tawuantinsuyo. Uno y otro comunismo son el producto de diferentes experiencias humanas. pertenecen a distintas épocas históricas. Constituyen la elaboración de disímiles civilizaciones. La de los inkas fue una civilización agraria. La de Marx y Sorel es una civilización industrial. En aquélla el hombre se sometía a la naturaleza. En ésta la naturaleza se somete a veces al hombre. Es absurdo, por ende, confrontar las formas y las instituciones de uno y otro comunismo. Lo único que puede confrontarse es su incorpórea semejanza esencial, dentro de la diferencia esencial y material de tiempo y de espacio. Y para esta confrontación hace falta un poco de relativismo histórico. de otra suerte se corre el riesgo de caer en los clamorosos errores en que ha caído Víctor Andrés Belaúnde en una tentativa de ese género.18 13Pero, a pesar de esta distinción, el hermanamiento de indigenismo y socialismo suponía, para Mariátegui, una modernización del país que no rompía con la tradición prehispánica y que permitía afrontar los problemas nacionales dentro del marco internacional : 

19 José Carlos Mariátegui, “Aniversario y balance”, en Amauta, Lima, :nº17, septiembre de 1928, p. 2. La revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será, simple y puramente, la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis : ’antiimperialista’, ’agraria’, ’nacionalista-revolucionaria’. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos.19 20 Robert Paris, “José Carlos Mariátegui y el modelo de comunismo inca”, en La formación ideológica d (...) 14Sin embargo, como ha señalado Paris, el vínculo entre comunismo incaico y socialismo era demasiado fácil para proporcionar respuestas a los problemas de la realidad nacional. “La llave del cielo oriental”, como lo llama este autor, respondía a una “exaltación idílica del pasado” y a descartar aquellos aspectos que resultaban problemáticos al exaltar el comunismo a secas

20. Mariátegui nunca habla de los sacrificios humanos que con fines religiosos se producían en el Incario, no señala el estado de esclavitud en el que vivían los ciudadanos de las castas inferiores, en ningún momento habla de las distintas jerarquías que existían en el seno del Imperio : : 

21 Hernando Aguirre Gamio, Mariátegui : destino polémico, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1975, (...) El imperio incaico no fue comunista ni podía serlo en el sentido marxista que Mariátegui aceptaba, porque se daban ya allí la división en clases (o castas) sociales y el Estado. El prestigio histórico del incanato radica en la obra civilizadora que desenvolvió en vasta escala. Asimismo, en haber sabido preservar y utilizar la comunidad agraria primitiva, fuente hasta hoy de formas de cooperación laboral y productiva que integran nuestro acervo cultural.21 

22 Vid. Mario Vargas Llosa, La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, M (...) 15Su visión responde a lo que Vargas Llosa llamaría el peso de una “utopía arcaica”22, es decir, el final de un tiempo que acaba con la inversión del orden establecido y el advenimiento de una sociedad donde el dominado acceda al poder y someta a los antiguos dominadores. Pero, mientras en otros autores, como Luis E. Valcárcel, esta filosofía se convierte en una revitalización del mundo de los incas, en Mariátegui existe el convencimiento de que se puede construir un Perú nuevo aprovechando la antigua civilización. Detrás de esta idea residía una flagrante idealización del incario y en este punto Aguirre Gamio se pronuncia con rotundidad : 

23 Hernando Aguirre Gamio, Mariátegui : destino polémico, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1975, (...) No cabe duda que hubo error en Mariátegui al caracterizar socialmente al Imperio de los Incas, idealizándolo y atribuyéndole naturaleza comunista. Por lo menos introdujo la confusión, si se tiene en cuenta el sentido que el vocablo comunismo tenía para Marx, independiente de la acepción que después le ha dado la praxis política de los socialismos históricos en los últimos cincuenta años. Tal confusión ha servido para alimentar añoranzas imposibles e impulsar en cierta época una suerte de racismo al revés, negativo para la integración nacional.23 

24 L.E. Tord, El indio en los ensayistas peruanos 1848-1948, Lima, Editoriales Unidas, 1974 p. 106. 
25 Adam Anderle, Los movimientos políticos en el Perú, La Habana, Casa de las Américas, 1981, p. 143. 
26 José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la reali (...) 16Porque Mariátegui, influido por Luis E. Valcárcel e Hildebrando Castro Pozo tuvo un conocimiento del Ande peruano muy limitado. Su información “le llegó por terceras personas que, en esa época, estaban imbuidas de un hondo lirismo que le proporcionaron información parcial, literaria, emotiva y, por lo tanto, apasionada”24. Y a partir de este desconocimiento se explica que Mariátegui mantuviera un enfoque indigenista “utópico y romántico”25 que cree ver en la pervivencia del ayllu la posibilidad de nacimiento de un nuevo comunismo. En las aldeas indígenas, dice, “subsisten aún, robustos y tenaces, hábitos de cooperación y solidaridad que son la expresión empírica de un espíritu comunista. la comunidad corresponde a este espíritu. Es su órgano”26. Sin duda, Mariátegui pensaba modernizar el sistema comunal de la Sierra mediante cooperativas estatales, pero el sistema de reorganizar el ayllu era algo tan viejo como algunos escritos de Las Casas y Vasco de Quiroga. Por otra parte el desconocimiento de Mariátegui acerca de la historia de los incas afecta a su consideración del incario como un todo homogéneo, aseveración que queda desmentida por historiadores más modernos que interpretan el incario como un conjunto de agrupaciones étnicas muy diferentes, sin tener en cuenta el grupo aparte que ocuparía zonas como San Martín o Loreto, zonas a las que los incas no tuvieron acceso : 

27 Pablo Macera, Conversaciones con Basadre, Lima, Mosca Azul, 19792, p. 130. ...hay sin embargo, algunos factores comunes, algunas constantes en todos los diversos grupos étnicos peruanos en sus diversas épocas ; pero resulta difícil hoy día, con la información que nos dan historiadores y antropólogos, señalar cuáles son esos factores comunes, algunas constantes en todos los diversos grupos étnicos peruanos, en sus diversas épocas. :Por ejemplo, si nosotros tratáramos de buscar lo que hay de común entre un campesino del Cusco, un selvícola de Loreto, un hombre de Lima y un peón de Chiclayo (y aquí esto es una interrogación que le hago a usted como me la hago a mí mismo)¿cuáles podríamos señalar ?27 
 28 Roland Forgues, “Mariátegui y la cuestión negra”, en Anuario Mariateguiano, Lima, nº6, 1994, p. 13 (...) 

29 Vid. Juan Miró Quesada, La rebelión de Juan Santos, Lima, Ed. Milla Batres, 1973. 17La radicalización de esta actitud conduce a Mariátegui a defender distintos postulados de demagogia racista que se dispersan en sus escritos. Ésta es, como ha señalado Roland Forgues, al estudiar su posición frente a la raza negra, “una de las cuestiones más espinosas y menos abordadas probablemente por su carácter problemático y aparentemente contradictorio con su visión del indígena”28. En primer lugar, Mariátegui acusa a los negros de colaboracionismo con el explotador español, a pesar de los numerosos levantamientos de negros que se dieron en el S.XVIII29 : 

30 José Carlos Mariátegui, Ideología y política, Lima, Empresa Editorial Amauta, 1987, pp. 27-28. La raza negra, importada a la América Latina por los colonizadores para aumentar su poder sobre la raza indígena americana, llenó pasivamente su función colonialista. Explotada ella misma duramente, reforzó la opresión de la raza indígena por los conquistadores españoles. [...] la convirtió en auxiliar del dominio blanco...30 18El perjuicio negativo étnico sobre los negros se mantiene en los Siete ensayos al considerar al negro responsable, al igual que el blanco, de la situación del indio : 

31 José Carlos Mariátegui, “El problema del indio”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad (...) El esclavo negro reforzó la dominación española que a pesar de la despoblación indígena, se habría sentido de otro modo demográficamente demasiado débil frente al indio, aunque sometido, hostil y enemigo. El negro fue dedicado al servicio doméstico y a los oficios. El blanco se mezcló fácilmente con el negro produciendo este mestizaje uno de los tipos de población costeña con características de mayor adhesión a lo español y mayor resistencia a lo indígena.31 

32 Roland Forgues, “Mariátegui y la cuestión negra”, op. cit., p. 139. 19A pesar de que Forgues, sobre sus prejuicios racistas, señala que Mariátegui “lo va superando cuando aborda la reflexión de fondo sobre las causas que han originado la situación que describe”32, Mariátegui insiste en la deformación de las razas que supone su emparentamiento : 

33 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la re (...) El negro, el mulato, el zambo representan en nuestro pasado, elementos coloniales. El español importó al negro cuando sintió su imposibilidad de sustituir al indio y su incapacidad de asimilarlo. El esclavo vino al Perú a servir los fines colonizadores de España. La raza negra constituye uno de los aluviones humanos depositados en la Costa por el Coloniaje. Es uno de los estratos, poco densos y fuertes, del Perú sedimentado en la tierra baja durante el Virreinato y la primera etapa de la República. Y, en este ciclo, todas las circunstancias han concurrido a mantener su solidaridad con la Colonia. El negro ha mirado siempre con hostilidad y desconfianza la Sierra, donde no ha podido aclimatarse física ni espiritualmente. Cuando se ha mezclado al indio ha sido para bastardearlo comunicándole su domesticidad zalamera y su :psicología exteriorizante y mórbida. Para su antiguo amo blanco ha guardado, después de su manumisión, un sentimiento de liberto adicto.33 

34 Américo Ferrari, “El concepto de indio y la cuestión racial en el Perú en los Siete ensayos de Jos (...) 
35 Roland Forgues, “Mariátegui y la cuestión negra”, op. cit., p. 140. 20El rencor racial que muestra Mariátegui hacia las otras clases parece bastante evidentes como para aceptar la posición de algunos críticos, como Ferrari, que señalan que “el concepto de indio, en esta perspectiva es, pues social, más que étnico”34. Como señala Forgues, contrariamente a lo que Mariátegui aplica al indio, “el estatuto de esclavo, que implica sometimiento absoluto, le quita al negro todo carácter humano”35. Al igual que al leer a los novecentistas, nos hallamos ante prejuicios raciales de la misma índole que eran corrientes en los inicios del siglo, pero que no por entrar dentro de lo que era normal en dichas coordenadas históricas deben dejar de criticarse. Esta preocupación que era general, ya que la presencia de otras razas aumentaba la heterogeneidad de las ya existentes y, por tanto, dificultaba la integración de las razas excluidas, se puede observar en los artículos de Vallejo sobre la inmigración de colies chinos : 

36 César Vallejo, “La inmigración amarilla al Perú”, en La cultura peruana, Lima, Mosca Azul, 1987, p (...) Los inconvenientes que presentaba para el país podían reducirse principalmente a dos hechos de importancia primordial : :la mezcla de la raza que se convertía así en más heterogénea de lo que ya era anteriormente y, por otra parte, la huida de grandes capitales al extranjero.36 

37 Eugenio Chang-Rodríguez, “El indigenismo peruano y Mariátegui”, en Revista Iberoamericana, nº127, (...) 

38 Augusto Tamayo Vargas, “El proceso de la literatura”, en AAVV, Presencia y proyección de Siete ens (...) 

39 Eugenio Chang-Rodríguez, “El indigenismo peruano y Mariátegui”, op. cit., p. 390. 21Los prejuicios que muestra Mariátegui forman parte de su propio programa de modernización. Como señala Chang-Rodríguez, “Mariátegui no estuvo de acuerdo con las teorías optimistas del futuro mestizo ; no creyó en el neo-indio amestizado de Uriel García ni en la raza cósmica de Vasconcelos”37. Del mismo modo se pronuncia Tamayo Vargas cuando dice que “Mariátegui se perdió en planteamientos de raza -hoy en desuso- e hirió a sectores de nuestra población”38. Y estas consideraciones de Mariátegui se confunden, ya que pretende dar importancia al factor económico cuando establece el problema en términos de raza, y es que “en los países de población india, el factor raza se complica con el factor clase”39. El problema de la nacionalidad y el proceso de la literatura 22En 1919 un niño llamado José María Arguedas visitó Lima desde su ciudad natal de Aldahuaylas. Ésta fue la impresión que tuvo de la capital del país : 

40 Citado por Manuel Burga y Alberto Flores Galindo, Apogeo y crisis de la República Aristocrática, : (...) Cuando visité Lima por primera vez en 1919, las mulas que arrastraban las carretas de carga se caían, a veces, en las calles, fatigadas y heridas por los carreteros que les hincaban con púas sobre las llagas que les habían abierto en las ancas ; un serrano era inmediatamente reconocido y mirado con curiosidad o desdén ; eran observados como gente bastante extraña y desconocida, no como ciudadanos o compatriotas. En la mayoría de los pequeños pueblos andinos no se conocía siquiera el significado de la palabra Perú. Los analfabetos se quitaban el sombrero cuando era izada la bandera, como ante un símbolo que debía respetarse por causas misteriosas, pues un faltamiento hacia él podría traer consecuencias devastadoras. ¿Era un país aquél que conocí en la infancia y aun en la adolescencia ? Sí, lo era. Y tan cautivante como el actual. No era una nación.40 

41 Óscar Terán, “Latinoamérica : naciones y marxismos. (Hipótesis sobre el planteamiento de Mariátegu (...) 

42 Carlos Franco, “Sobre la idea de nación en Mariátegui”, en Socialismo y participación, nº11, Lima, (...) 

43 José Carlos Mariátegui, “Réplica a Luis Alberto Sánchez” (1927), en Ideología y política, op. cit.(...) 23 El problema de la nación, que había afectado a Latinoamérica después de la ruptura colonial del siglo XIX, exigía una respuesta “a la posibilidad de constitución de estructuras nacionales sobre la base de realidades heterogéneas y muchas veces centrífugas”41. En el caso de Mariátegui esta respuesta supondrá un marxismo heterodoxo que juega con los conceptos de raza, incompatibles con el planteamiento en términos de clase que realiza la teoría marxista tradicional. Para Carlos Franco, Mariátegui se vería obligado a superar el planteamiento racial y sustituirlo por un enclave económico, pues “Mariátegui percibe que las consecuencias de la clave racial afectan todas las bases y niveles teóricos de su propio discurso”42. Indudablemente esta igualación conceptual encerraba una contradicción en el seno del discurso de Mariátegui, ya que él, repetidamente, defiende un Perú integral : :“No es mi idea, mi ideal, el Perú colonial ni el Perú incaico, sino un Perú integral”43. 

44 David Sobrevilla, “Prólogo”, en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905- (...) 24No es extraño, por tanto, que esta serie de contradicciones dieran lugar a la polémica que Luis Alberto Sánchez mantuvo con Mariátegui. El debate sobre la literatura peruana se remontaba ya al final del siglo anterior, a nombres como Riva-Agüero y José Gálvez. Éste último en su tesis Posibilidad de una literatura nacional contesta la posición de Riva-Agüero y señala que es cierto que la literatura peruana ha sido imitativa, pero apunta a la posibilidad de que esta adquiera su propia originalidad mediante lo que él llama “literatura de lo criollo” que suponía una interpretación de la realidad nacional44. 25La polémica se contextualiza en un marco muy concreto. Conviene recordar que en diciembre de 1926 López Albújar había publicado en Amauta un artículo titulado “Sobre la psicología del indio” que había levantado las iras de los indigenistas más radicales. La misma revista, en enero del año siguiente, había publicado la conferencia de Luis E. Valcárcel “El problema indígena”. Mariátegui había publicado varios artículos sobre literatura en Mundial y José Ángel Escalante había sacado a la luz en La Prensa su artículo titulado “Nuestros indios” en el que criticaba el tratamiento que de este tema hacían los intelectuales limeños. Mariátegui respondió a este último con un artículo que apareció en Amauta, en enero de 1927, sobre el grupo Resurgimiento. 26En su tesis de 1920, Nosotros : ensayo sobre una literatura nacional, Luis Alberto Sánchez se situaba del lado de Gálvez, aunque también a éste le lanzaba sus críticas : 

45 Luis Alberto Sánchez, Nosotros, ensayo sobre una literatura nacional (1920), citado por David Sobr (...) Quiero demostrar que la originalidad es planta exótica en nuestras letras ; que el criollismo como hasta hoy ha sido entendido, está muy lejos de ser nacionalismo literario, y que la sátira es una manifestación netamente limeña : :que, abandonando figurines extranjeros y paraísos artificiales, hallaremos en nuestra tierra y en nuestra propia sangre, nuevos e intocados motivos de inspiración ; que en las tradiciones de la humillada raza de cobre y en la tradición criolla está nuestro porvenir literario ; que, ahondar esas tradiciones, acervo común del continente, es la mejor manera de formar un americanismo literario, y que, actualmente, en Latinoamérica, hay un renacimiento en el sentido de amar la tierra y los muertos.45 27La polémica se alzó cuando Luis Alberto Sánchez publica un artículo con el título de “Batiburrillo indigenista” en el que acusa a la “caterva indigenista” de llevar una máscara estética y de desconocer el problema del indio : 

46 Luis Alberto Sánchez, “Batiburrillo indigenista”, en Mundial, Lima, 18 de febrero de 1927, nº349. (...) Y digo caterva, porque no son muchos los que entre ella conocen la sierra y al indio, ni se han preocupado de estudiar los problemas inclusos, con la calma y hondura precisas ; porque hay excesiva improvisación y alarde retórico entre no pocos de los defensores del indio, que así le traicionan, y porque no es posible oír sin impaciencia a tanto ’redentor’, cuyos sospechosos aires de propagandistas sectarios, hacen dudar de que su meta sea el provecho del indio, antes que el provecho de ellos mismos.46 28Sánchez no escribió el artículo contra Mariátegui. Sin embargo, en el artículo se le cita varias veces y en él se acusa a su proyecto de no integrar las distintas nacionalidades del Perú en su “Perú integral” : : 

47 Ibid, p. 70. ¿Qué va :a ser, por ejemplo, indigenismo, ni anhelo constructivo, afán redentor, ni cosa que se le parezca, esa resurrección de la vieja costumbre de oponer ’gallo a gallo’, hombre a hombre, región a región, que vuelve a propósito de la discusión de los problemas indígenas ? ¿Qué no verdad ni que franqueza habrá en los resurrectores del arcaico dilema ’sierra o costa’, con que hoy pretenden deslumbrarnos algunos ?47 29Sánchez puntualiza esa serie de contradicciones en las rígidas oposiciones costa contra sierra que Mariátegui había establecido : 

48 Ibid, pp. 70-71. No, eso es muy sencillo y... muy viejo. Echar a los vientos la hermosa frase de la ’redención del indio’, oponer como si se tratara de toros, pugilistas gallos o trenes, el colonialismo y el indigenismo, como lo hace José Carlos Mariátegui ; dogmatizar y estampar frases lapidarias sobre sierra y costa, colonia e incario... ; todo ello es simplísimo, retrotrae anticuados hábitos intelectuales, reemplaza las viejas figuras retóricas por otras no menos huecas, pasea por la superficie de las cosas y reduce a choque de pasiones y palabras lo que necesita una intensa intervención humana. Y si el anhelo de nuestra época es ser todo vida, verdad, renovación, bien haríamos en juzgar estas hermosas palabras, de pretenso sentido humano, aunque en realidad a menudo tienen la sonora oquedad del bombo.48 

49 José Carlos Mariátegui, “Intermezzo polémico”, en Mundial, Lima, 25 de febrero de 1927, nº350, rec (...) 30Mariátegui contestó a Sánchez en Mundial sin abordar verdaderamente las cuestiones a las que hacia referencia Sánchez. El debate aquí comenzó a tener un carácter personal en el que ya no se atacaban ideas, sino que el debate había tomado el tono de una afrenta personal49. Sánchez volvió a replicar a Mariátegui en un artículo en el que centró sus ataques en la revista que entonces dirigía Mariátegui, Amauta : 50 Luis Alberto Sánchez, “Respuesta a José Carlos Mariátegui”, en Mundial, Lima, 4 de marzo de 1927, (...) ...en Amauta, revista que no es ’una tribuna libre’, que tiene ’una filiación y una fe’, que no hace ’ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de ideas’, y que rechaza ’todo lo contrario a su ideología, así como todo lo que no traduce ideología alguna’. [...] Sin embargo Amauta no ha respondido a ese programa ni a sus ideas. Mariátegui ha dado cabida a artículos de la más variada índole, a escritores de los más encontrados matices, perfectamente distantes de su ideología, ha hecho tribuna académica -a pesar de su fobia académica- de su revista, y en lo único que ha cumplido su presentación, ha sido en aquello de no tener programa, ni rótulo, ni plan.

50 31Mariátegui se defendió de nuevo en la misma publicación. En esta ocasión defendía la pluralidad de Amauta, pluralidad que no era tal, aludiendo a la confrontación de ideas mediante la cual el método marxista sacaba sus conclusiones : 

51 José Carlos Mariátegui, “Réplica a Luis Alberto Sánchez”, en Mundial, Lima, 11 de marzo de 1927, n (...) ...el trabajo de propugnar ideas nuevas trae aparejado el de confrontarlas y oponerlas a las viejas, vale decir de polemizar con ellas para proclamar su caducidad y su valencia. Cuando estudio o ensayo estudiar, una cuestión o un tema nacional, polemizo necesariamente con el ideario o el fraseario de las pasadas generaciones. No por el gusto de polemizar, sino porque considero, como es lógico, cada cuestión y cada tema conforme a distintos principios, lo que me conduce por fuerza a conclusiones diferentes.51 32Luis Alberto Sánchez puso fin a la polémica en su artículo “Punto final con José Carlos Mariátegui”, en el que hizo un resumen de la confrontación y volvía a insistir en la invalidez del planteamiento de Mariátegui para conseguir integrar las distintas regiones del Perú : 

52 Luis Alberto Sánchez, “Punto final con José Carlos Mariátegui”, en Amauta, Lima, marzo de 1927, nº (...) ... lo que no estaba en claro en el debate eran sus insistentes alusiones al odio de sierra y costa, y su exclusivismo indigenista. [...] Mi móvil en cambio, ha sido clarísimo, salvo que haya enfermos de paranoia persecutoria : desnudar el pensamiento embozado de José Carlos y llevarlo a un totalismo peruanista ; apartarle de exageraciones desorientadoras y recordarle la necesidad de unir y no cisionar.52 

53 Vid. José Carlos Mariátegui, “Polémica finita”, en Amauta, Lima, nº6, abril de 1927, recogido en M (...) 

54 Vid. Luis Alberto Sánchez, “Más sobre lo mismo”, en Mundial, Lima, , nº35, 25 de marzo de 1927, re (...) 33Mariátegui volvió a contestar defendiendo el espíritu de vanguardia de su publicación argumentando su repersusión y el número de ejemplares vendidos, pero sin ofrecer argumentos de peso a los problemas planteados por Sánchez53. La nota de Mariátegui encontró una nueva respuesta de Sánchez en la que confirmaba sus críticas anteriores54. Sánchez volvió sobre el tema criticando el carácter de vanguardistas que monopolizaba el indigenismo en clara alusión a Mariátegui : 

 55 Luis Alberto Sánchez, “Ismos contra ismos”, en Mundial, Lima, nº352, 11 de marzo de 1927, recogido (...) El colonialismo parece representar, tal como lo entienden algunos, la tara retrógrada, conservadora a ultranza. El indigenismo, el movimiento hacia el futuro, la revolución. Pero no es exacto que así ocurra. Ni siquiera que dentro del indigenismo se dé el nacionalismo más constructivo, nada de eso. El llamado colonialismo retiene demasiados elementos españoles, pero el indigenismo de rótulo tiene más de otros países europeos y bastante poco del Perú. Por lo pronto se compara al indio con el Mujik, en vez de estudiar, antes, de un modo seguro y personal, al hombre de nuestra sierra.55 56 Luis E. Tord, El indio en los ensayistas peruanos 1848-1948, op. cit., p. 94. 

57 Ibid, pp. 95-96. 34La polémica recogió en dos meses las posturas más representativas de la época. Mariátegui mostró argumentos que no parecieron convincentes : “se reveló en buena parte que su planteamiento era un esfuerzo por aplicar teorías escasamente sustentadas en la realidad”56. Sánchez había puesto de manifiesto una cuestión evidente : :no se conocía al indio, ya que no existían estudios sobre él ; muchos de los que escribían sobre él no lo conocían, lo cual desembocaba en las posturas demagógicas de algunos indigenistas ; no se atendía ni al cholo ni al mestizo y no se proponía un programa que solucionara el problema. El planteamiento de Sánchez, como indica Tord, en cierto modo cerraba cualquier salida para avanzar en la cuestión. Sin embargo, la polémica supuso una profundización en los estudios sobre el indio y forzó el estudio del indio de manera más seria en los números siguientes de Amauta57. Pero todo ello ponía de manifiesto una vez más la utilización del indio en favor de los intereses de los indigenistas. 

58 Francisco José López Alfonso, Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre(...) 35Tras la polémica, Mariátegui publicó sus Siete ensayos, que concluía con El proceso de la literatura. Un ensayo “judicial”, como señala López Alfonso, en el que no sólo se discutía una cuestión estética, sino la imagen misma del Perú58. El ensayo nace como un enfrentamiento a las doctrinas hispanistas que Riva-Agüero había manifestado en su Carácter de la literatura del Perú independiente, título en el que se negaba la posibilidad de que lo indio formara parte de la literatura peruana. Sin embargo, Mariátegui, como señala Tamayo Vargas, muestra su desconocimiento de otros ensayos sobre la realidad peruana que deberían tomarse en cuenta a la hora de hacer frente a la cuestión literaria en el Perú, tales como el de Mercedes Cabello, Javier Prado o Ricardo Palma. Además, Mariátegui enjuició la obra de Riva-Agüero y otros escritores desde una óptica situada en su momento de análisis y no tuvo en cuenta los factores que rodeaban a los autores enjuiciados. 36Para Mariátegui, “la literatura no es independiente de las demás categorías de la historia”. Mariátegui divide la literatura en tres períodos condicionados por el cataclismo de la conquista que determina la dualidad entre vencedores y vencidos y entre la lengua autóctona, el quechua, y la lengua del conquistador, el español : 

59 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la re (...) Durante el primer período (el colonial), un pueblo, literalmente, no es sino una colonia, una dependencia de otro. Durante el segundo período (el cosmopolita), asimila simultáneamente elementos de diversas literaturas extranjeras. En el tercero (el nacional) alcanzan una expresión bien modulada su propia personalidad y su propio sentimiento.59 37Mariátegui señala, una vez trazado este proceso, que la literatura peruana siguió siendo colonial después de la Independencia : 

60 Ibid. 38Nuestra literatura no cesa de ser española en la fecha de la fundación de la República. Sigue siéndolo por muchos años, ya en uno, ya en otro trasnochado eco del clasicismo o el romanticismo de la metrópoli. En todo caso, si no española, hay que llamarla por luengos años literatura colonial.60 39La literatura quedaba entonces abierta a diversas influencias. Acabada su etapa cosmopolita, la literatura peruana anuncia, aunque todavía no es, la proximidad de la literatura nacional gracias al indigenismo : 

61 Ibid, pp. 332-333. A medida que se le estudia, se averigua que la corriente indigenista no depende de simples factores literarios sino de complejos factores sociales y económicos. Lo que da derecho al indio a prevalecer en la visión del peruano de hoy es, sobre todo, el conflicto y el contraste entre su predominio demográfico y su servidumbre -no sólo inferioridad- social y económica. La presencia de tres a cuatro millones de hombres de la raza autóctona en el panorama mental de un pueblo de cinco millones, no debe sorprender a nadie en una época en que este pueblo siente la necesidad de encontrar el equilibrio que hasta ahora le ha faltado en su historia.61 

62 Francisco José López Alfonso, Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre(...) 40El indigenismo, por ello, superaba el ámbito de una corriente estética para convertirse en un hondo programa de reforma social y económica. El indigenismo de Mariátegui se diferenciaba de otros proyectos americanistas en el debate de la literatura en que éste suponía una reacción contra lo viejo y “respondía al activista proyecto de las vanguardias históricas : reintegrar el arte a la praxis vital”62 : 

63 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la re (...) El indigenismo de nuestra literatura actual no está desconectado de los demás elementos nuevos de esta hora. Por el contrario, se encuentra articulado con ellos. El problema indígena, tan presente en la política, la economía y la sociología no puede estar ausente de la literatura y del arte. Se equivocan gravemente quienes, juzgándolo por su incipiencia o el oportunismo de pocos o muchos de sus corifeos, lo consideran, en conjunto, artificioso.63 41El análisis crítico de Mariátegui supone una lucha en el frente cultural ligada a las necesidades de la lucha política. Su esfuerzo por dar coherencia a un sistema heterogéneo como el peruano, una cultura popular encaminada a la orientación proletaria es inseparable de una desautorización de la cultura dominante, anulando cualquier pretensión de universalidad o de juicio crítico. De ahí los duros ataques contra las afirmaciones de Riva-Agüero y los novecentistas. 42Pero el indigenismo es todavía para Mariátegui una literatura que ha buscado la reivindicación de un pueblo, aunque es todavía una literatura de mestizos : 

64 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la re (...) La literatura indigenista no puede darnos una versión rigurosamente verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. es todavía una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla.64 

65 A nuestro juicio, creemos que se equivoca Joaquim de Montezuma cuando considera que estas afirmaci (...) 43La literatura nacional era, entonces, una abstracción donde sólo entraban los indios, de modo que su idea de Estado peruano se hacía ahora más evidente que nunca. Sólo los indios eran peruanos y fuera de esta conceptualización quedaban mestizos, chinos y negros, sujetos que, unos por mantener su vínculo con la metrópoli, otros por su propia incapacidad racial, eran individuos carentes de potencialidad artística y cultural65 : 

66 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la re (...) El chino [...] parece haber inoculado en su descendencia el fatalismo, la apatía, las taras del Oriente decrépito [...] El aporte del negro, venido como esclavo, casi como mercadería, aparece más nulo, más negativo aún. El negro trajo su sensualidad, su superstición, su primitivismo. No estaba en condiciones de contribuir a la creación de una cultura, sino más bien de estorbarla con el crudo y viviente influjo de su barbarie.66 

67 José Carlos Mariátegui, El artista y la época, op. cit., p. :67. 68 Francisco José López Alfonso, Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre(...) 69 Roberto Paoli y Antonio Cornejo Polar, “Sobre el concepto de heterogeneidad a propósito del indige (...) 44Con Mariátegui, como hemos visto, la única visión verídica de la realidad corría a cargo de los escritores que constituían la vanguardia política en el Perú. Literatura, indigenismo, identidad y vanguardia iban a ir unidos durante la encrucijada de los años veinte. Los escritores indigenistas iban a ser los únicos capaces de vislumbrar la verdad del debate nacional, iban a ser los verdaderos guías de la nación, los verdaderos amautas. Ese mismo arte de vanguardia, a causa de su condición de “síntoma de una civilización que se disuelve y decae”67, tomaba, para Mariátegui el cariz de un arte transitorio 
68. El arte era un instrumento destinado a fines más altos, a una nueva sensibilidad, a “un espíritu nuevo” representado por los indios e indigenistas en un mismo grupo como compañeros de un camino hacia la revolución que parecía más cerca bajo la sombra de La decadencia de Occidente de Spengler, las ideas de Romain Rolland sobre el arte comprometido, o de otros escritores como Sorel o Barbusse, y la visión de este proceso de la literatura parecía, para Mariátegui, un trayecto hacia el futuro de la nación, aunque su confianza en el indio fuese excesiva : “indios que estén en condición de producir esa literatura indígena tan deseada no pertenecen al futuro sino al pasado”

69, y aunque que el proceso de mestizaje terminaría en las décadas siguientes con esa rigidez racial, llena de contradicciones, que planteaba Mariátegui, con lo cual se pondrá de manifiesto la debilidad de algunas de sus tesis. El debate planteado por Mariátegui no dejaba de tener ideas criticables, pero es cierto también que los años veinte en Latinoamérica constituyen una época demasiado compleja para que los hombres que llenaron aquel tiempo no afilasen sus armas e incidiesen en excesos que vistos desde el S.XXI parecen extraños. A pesar de todo el planteamiento de Mariátegui no carecía de aciertos. Fue el primero en plantear el problema económico del indio y en plantear con cierto rigor que aquellos hombres de piel oscura también existían y también sufrían los golpes de la modernidad. Haut de page NOTES 1 Antonio Melis, “Mariátegui, primer marxista de América”, en AAVV, Mariátegui : tres estudios, Lima, Biblioteca Amauta, 1975, p. 12. 2 Edgar Montiel, “Política de la nación. El proyecto del Inca Garcilaso y de Mariátegui en el Perú de hoy”, en Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid,, nº537, marzo, 1995, p. 65. 3 José Carlos Mariátegui, “Advertencia”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1923), Lima Empresa Editorial Amauta, 1995, p. 11. 4 Antonio Melis,, “José Carlos Mariátegui hacia el Siglo XXI”, en Cuadernos de Recienvenido, Universidade de Sao Paulo, nº1, 1996, p. 17. 5 José Carlos Mariátegui, “Esquema de la evolución económica”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 13. 6 Ibid, pp. 13-14. 7 Ibid, p. 14. 8 José Carlos Mariátegui, “El problema del indio”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., pp. 36-37. 9 José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 51. 10 Ibid. 11 Vid. Eric J. Hobsbawm : “Los elementos feudales en el desarrollo de América Latina”, en Análisis, nº5, mayo-agosto, Lima,1975. 12 Vid. Hernando Aguirre Gamio, Mariátegui : destino polémico, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1975, pp. 73-107.. 13 Ibid, p. 102. 14 Ibid, p. 80. 15 Ibid, p. 48. 16 Ibid, p. 55. 17 Francisco José López Alfonso, :Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre, Valencia, Generalitat Valenciana-Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1996, pp. 30-31. 18 José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 78. 19 José Carlos Mariátegui, “Aniversario y balance”, en Amauta, Lima, :nº17, septiembre de 1928, p. 2. 20 Robert Paris, “José Carlos Mariátegui y el modelo de comunismo inca”, en La formación ideológica de Mariátegui, Cuadernos del Pasado y del Presente, México, n° 92, 1981, pp. 178-179. 21 Hernando Aguirre Gamio, Mariátegui : destino polémico, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1975, p. 63. 22 Vid. Mario Vargas Llosa, La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 66-68. 23 Hernando Aguirre Gamio, Mariátegui : destino polémico, Lima, Instituto Nacional de Cultura, 1975, p. 62. 24 L.E. Tord, El indio en los ensayistas peruanos 1848-1948, Lima, Editoriales Unidas, 1974 p. 106. 25 Adam Anderle, Los movimientos políticos en el Perú, La Habana, Casa de las Américas, 1981, p. 143. 26 José Carlos Mariátegui, “El problema de la tierra”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 83. 27 Pablo Macera, Conversaciones con Basadre, Lima, Mosca Azul, 19792, p. 130. 28 Roland Forgues, “Mariátegui y la cuestión negra”, en Anuario Mariateguiano, Lima, nº6, 1994, p. 135. 29 Vid. Juan Miró Quesada, La rebelión de Juan Santos, Lima, Ed. Milla Batres, 1973. 30 José Carlos Mariátegui, Ideología y política, Lima, Empresa Editorial Amauta, 1987, pp. 27-28. 31 José Carlos Mariátegui, “El problema del indio”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., pp. 45-46. 32 Roland Forgues, “Mariátegui y la cuestión negra”, op. cit., p. 139. 33 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., pp. 333-334.. 34 Américo Ferrari, “El concepto de indio y la cuestión racial en el Perú en los Siete ensayos de José Carlos Mariátegui”, en Revista Iberoamericana, nº127, abril-junio, 1984, p. 401. 35 Roland Forgues, “Mariátegui y la cuestión negra”, op. cit., p. 140. 36 César Vallejo, “La inmigración amarilla al Perú”, en La cultura peruana, Lima, Mosca Azul, 1987, p. 67. 37 Eugenio Chang-Rodríguez, “El indigenismo peruano y Mariátegui”, en Revista Iberoamericana, nº127, abril-junio, 1984, p. 388. 38 Augusto Tamayo Vargas, “El proceso de la literatura”, en AAVV, Presencia y proyección de Siete ensayos, Lima, Biblioteca Amauta, 1976, p. 88. 39 Eugenio Chang-Rodríguez, “El indigenismo peruano y Mariátegui”, op. cit., p. 390. 40 Citado por Manuel Burga y Alberto Flores Galindo, Apogeo y crisis de la República Aristocrática, :Lima, Rikchay Perú, 1979., p. 12. 41 Óscar Terán, “Latinoamérica : naciones y marxismos. (Hipótesis sobre el planteamiento de Mariátegui y ponce acerca de la cuestión de la nación)”, en Socialismo y participación, Lima, n° 11, octubre-diciembre, 1981, p. 169. 42 Carlos Franco, “Sobre la idea de nación en Mariátegui”, en Socialismo y participación, nº11, Lima, octubre-diciembre, 1981, p. 200. 43 José Carlos Mariátegui, “Réplica a Luis Alberto Sánchez” (1927), en Ideología y política, op. cit., p. 222. 44 David Sobrevilla, “Prólogo”, en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), Lima, Antonio Ricardo Editores, 1985, pp. XIX-XX. 45 Luis Alberto Sánchez, Nosotros, ensayo sobre una literatura nacional (1920), citado por David Sobrevilla, “Prólogo”, op. cit., p. XX 46 Luis Alberto Sánchez, “Batiburrillo indigenista”, en Mundial, Lima, 18 de febrero de 1927, nº349. recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), Lima, Antonio Ricardo Editores, 1985, p. 69. 47 Ibid, p. 70. 48 Ibid, pp. 70-71. 49 José Carlos Mariátegui, “Intermezzo polémico”, en Mundial, Lima, 25 de febrero de 1927, nº350, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., pp. 73-77. 50 Luis Alberto Sánchez, “Respuesta a José Carlos Mariátegui”, en Mundial, Lima, 4 de marzo de 1927, nº351, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., p. 79. 51 José Carlos Mariátegui, “Réplica a Luis Alberto Sánchez”, en Mundial, Lima, 11 de marzo de 1927, nº352, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., p. 81. 52 Luis Alberto Sánchez, “Punto final con José Carlos Mariátegui”, en Amauta, Lima, marzo de 1927, nº7, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., p. 87. 53 Vid. José Carlos Mariátegui, “Polémica finita”, en Amauta, Lima, nº6, abril de 1927, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., pp. 91-93. 54 Vid. Luis Alberto Sánchez, “Más sobre lo mismo”, en Mundial, Lima, , nº35, 25 de marzo de 1927, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., pp. 94-96. 55 Luis Alberto Sánchez, “Ismos contra ismos”, en Mundial, Lima, nº352, 11 de marzo de 1927, recogido en Miguel Ángel Rodríguez Rea, La literatura peruana en debate (1905-1928), op. cit., pp. 97-100. 56 Luis E. Tord, El indio en los ensayistas peruanos 1848-1948, op. cit., p. 94. 57 Ibid, pp. 95-96. 58 Francisco José López Alfonso, Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre, op. cit., p. 33. 59 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 239. 60 Ibid. 61 Ibid, pp. 332-333. 62 Francisco José López Alfonso, Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre, op. cit., pp. 36-37. 63 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 328. 64 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 335. 65 A nuestro juicio, creemos que se equivoca Joaquim de Montezuma cuando considera que estas afirmaciones de Mariátegui se deben a la falta de grande escritores mestizos en los años en que Mariátegui escribe “El proceso de la literatura” : “Realmente no hubo aún un indio puro que escribiese Trilce o Los ríos profundos. ¿Será que en el pensamiento riguroso de Mariátegui los mestizos no podrán alcanzar la médula del alma indígena ? ¿Sufrirán alguna disminución ? ¿O será que en la época de Mariátegui no hubo mestizos geniales en la novela ?” Joaquim de Montezuma de Carvalho, “José María Arguedas, novelista”, en en Revista Peruana de Cultura, nº13 y 14, p. 72. Vease al respecto mi libro La narrativa del indio en la revista Amauta, Universidad de Valencia, Col. Cuadernos de Filología, vol. XL, 2000. 66 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., pp. 341-342. 67 José Carlos Mariátegui, El artista y la época, op. cit., p. :67. 68 Francisco José López Alfonso, Indigenismo y propuestas culturales : Belaúnde, Mariátegui y Basadre, op. cit., p. 37. 69 Roberto Paoli y Antonio Cornejo Polar, “Sobre el concepto de heterogeneidad a propósito del indigenismo literario”, en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Lima, nº12, 2º semestre, 1980, p. 261. Este artículo se trata de un debate entre ambos autores. Nuestra cita pertenece a la intervención de Roberto Paoli. 

lunes, 15 de noviembre de 2021

Arenas de Muerte 1957

domingo, 14 de noviembre de 2021

JUANA DE ARCO - PELÍCULA COMPLETA EN ESPAÑOL

Lawrence Of Arabia | 1962 | HD | (Romanian, English, Italian, Spanish & ...

Echame la Culpa (1959) PELICULA COMPLETA. Con Miguel Aceves Mejia y Lola...

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Y Dios La Llamó Tierra 1961 Ignacio López Tarso Manuel Capetillo Katy Ju...

Días de Otoño (1962) Pina Pellicer - Ignacio López Tarso

lunes, 8 de noviembre de 2021

Brigitte Bardot X Claudia Cardinale -- 1971

(LA ROMANA) con GINA LOLLOBRIGIDA & RICCARDO GARRONE-(il film)-1954

Sophia Loren e Marcello Mastroianni ai telegatti | Mediaset Play Cult

Breve historia del veneno, el protagonista más silencioso

 

Breve historia del veneno, el protagonista más silencioso

INTRIGAS

Desde las sustancias vegetales al polonio, los tóxicos se han utilizado para deponer mandatarios y cambiar equilibrios de poder

La injusta mala fama de Lucrecia Borgia

Las drogas en Grecia y Roma

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Cleopatra, en el momento de suicidarse con la mordedura de un áspid

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Como símbolo de estatus, como pena de muerte, como arma a veces fulminante y otras agónica, pero a menudo silenciosa y sutil, el veneno ha sido un protagonista muchas veces determinante (aunque casi siempre oculto) en la historia. Tal como recopila la catedrática de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla Adela Muñoz Páez en su libro Historia del veneno: De la cicuta al polonio (Debate), la evolución de estas sustancias es también la historia de intereses espurios, luchas de poder entre las sombras, asesinatos anónimos y hasta grandes matanzas. Aunque, en algunos casos, también de atajos hacia una muerte digna.

Sócrates le dio la posibilidad de tener una “muerte dulce” inducida por una copa de cicuta, tras ser condenado a pena de muerte en el año 399 a.C. Sin embargo, tal como aclara Adela Muñoz Páez en diálogo con La Vanguardia, para que la de Sócrates pudiera ser una muerte plácida, la copa que bebió tuvo que tener algo más que veneno. “Cuando la cicuta entra en el cuerpo, como con cualquier sustancia tóxica, éste intenta expulsarla y da lugar a una agonía”, apunta la autora, y agrega que “para que fuera una muerte relativamente rápida y con poco dolor, se supone que lo que le dieron también debía de tener algún opiáceo o alcohol (o ambas)”.

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La muerte de Sócrates, vista por el pintor Jacques-Louis David, en 1787

 GraphicaArtis / Getty

Este tipo de muerte era un privilegio elitista, reservado sólo para aquellos reos que pudieran costearlo. En el caso de Sócrates, sus discípulos lo pagaron por él. Hoy en día, una combinación parecida se utiliza como pena de muerte en algunos países. “No se ha avanzado tanto en el conocimiento de sustancias que puedan quitar la vida de forma rápida y relativamente incruenta. La sustancia activa de la cicuta es parecida a la de la inyección letal”, asegura la química.

Mitrídates VI, rey de Ponto desde 120 a.C. hasta su muerte en 63 a.C., pasaría a la historia no sólo por ser una de las peores pesadillas para los generales romanos, sino también por su incesante búsqueda de un antídoto universal, que lo pudiera proteger de todos los venenos de su época. Esa obsesión, sin embargo, se le terminaría volviendo en contra.

Sócrates probablemente fue drogado además de tomar cicuta; si no, su muerte no habría sido plácida

Después de que su hijo lo traicionara, Mitrídates se vio sin escapatoria y, al igual que Sócrates, quiso recurrir al veneno para asegurarse una muerte no dolorosa. Pero, después de años de antídotos y pruebas con venenos, no hizo efecto y tuvo que pedirle a un ayudante que lo atravesara con una espada.

“Tuvo una infancia muy turbulenta. Hasta su propia madre intentó terminar con él”, cuenta Muñoz Páez sobre Mitrídates, cuyo padre murió envenenado en un banquete. “Estuvo toda su vida obsesionado con dotarse de sustancias que lo hicieran inmune al veneno”, asegura, y agrega que tenía médicos personales dedicados a investigar venenos y probar sus efectos en esclavos. “Es posible que él mismo tomara pequeñas cantidades de sustancias tóxicas que no lo hacían inmune pero sí resistente. Además era un hombre corpulento, lo que seguramente le permitía tener mayor tolerancia. El cuerpo humano se va adaptando y, con el tiempo, puede desarrollarla”, explica la autora.

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Una imagen de Lucrecia Borgia en torno a la cual circuló la leyenda negra del uso de venenos

 Print Collector / Getty

Un claro ejemplo de ello es el caso de un grupo de campesinos de los Alpes Estirios que, a principios del siglo XIX, comprobaron haber adquirido una tolerancia a una dosis de arsénico considerada mortal. ¿El motivo? Llevaban años utilizándolo como condimento para sus comidas.

Cleopatra VII , la última reina de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, el veneno de una cobra egipcia la salvó en el año 30 a. C. de algo que ella veía como aún más letal: caer en manos del primer emperador de los romanos, Octavio Augusto, quien supuestamente tenía planeado exhibirla como trofeo en Roma.

Cleopatra, Augusto... las fuentes clásicas recurren constantemente a muertes con sustancias tóxicas

La reina egipcia no sólo estuvo dispuesta a perder la vida para no ser expuesta de forma humillante sino que incluso se aseguró de cuidar su apariencia hasta después de la muerte. “No podía permitirse dejar un cadáver que no fuera hermoso, por eso se supone que empleó el veneno de la cobra, que es más eficaz”, asegura Muñoz Páez, y explica que “El veneno de los animales es mucho más complejo que el de las plantas, porque es un veneno neurotóxico que actúa de forma casi fulminante y no causa efectos indeseables, como espasmos musculares en todo el cuerpo o una deformación de la cara”.

En el mundo grecorromano, el veneno no sólo sirvió como vía de escape sino también como arma arrojadiza en las altas esferas de poder. En los primeros años del imperio romano, ayudó, según algunos autores clásicos, a que emperadores como Tiberio se hicieran con el trono.

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Luis XIV invita a Molière a compartir su cena, representado en una pintura del siglo XIX

 Gérôme, 1863.

La leyenda en torno a los venenos tuvo su continuidad en la Edad Media y en la era renacentista. En la época de los Borgia , “los papas, cardenales, obispos y nobles, llevaban consigo a estos probadores, lo que nos da una idea de la presencia especial que tenía el veneno. Era un arma usada de forma indiscriminada por personas con poder para librarse de sus enemigos”, asegura Muñoz Paez.

El veneno también destacó en los juegos de poder que se libraron de manera silenciosa en la Europa de los siglos XVI y XVII. El mayor escándalo de la época quizás haya sido el ‘Asunto de los venenos’ durante el reinado de Luis XIV . Tras una extensa investigación policial entre 1677 y 1682, se desenmascaró una red de complicidades y envenenamientos pactados entre varios miembros de la nobleza con brujas y hechiceros. La más escandalosa fue la alianza de la amante favorita del rey, madame de Montespan, con la bruja ‘la Voisin’, la cual habría confesado, antes de ser quemada en la hoguera, que su clienta no sólo tenía planes de envenenar a su máxima rival, mademoiselle de Fontanges, para retener el favor del monarca, sino incluso al propio Rey Sol.

Las cortes reales en la Edad Media y la Edad Moderna no fueron ajenas a la leyenda (o realidad) de los venenos

El siglo XIX fue el principio del fin para el arsénico, que durante siglos había sido la sustancia tóxica más empleada como veneno, al ser imposible de detectar con cualquiera de los sentidos y de muy fácil acceso (era usado para el control de plagas). José Buenaventura, considerado el padre de la toxicología, fue quien lo destronó como el rey de los venenos, al detectar las propiedades que hasta el momento lo hacían pasar desapercibido.

Durante el siglo XX, otras sustancias tóxicas pasaron a ocupar el protagonismo. El cianuro fue la base utilizada para las cámaras de gas en los campos de exterminio nazi. “Se llevó a cabo el asesinato sistemático y a escala industrial de muchísimas personas judías, homosexuales, gitanos, y enfermos mentales. Era el envenenamiento más rentable, ya que con el menor gasto podía acabar con el máximo de personas”, explica Muñoz Páez.

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Latas del tristemente célebre Zyklon B, utilizado en los campos de exterminio

 Scott Barbour / Getty

Los jerarcas nazis también utilizaron el cianuro como vía de escape hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Antes de pegarse un tiro, Hitler ingirió una cápsula con este veneno junto a su esposa Eva Braun. Pero quizás el final más escalofriante fue el de Joseph Goebbels , el ministro de propaganda nazi, y su esposa Magda, quienes antes de suicidarse mataron a sus seis hijos con chocolatada envenenada. “Me parecía imposible que una madre pudiera matar a todos sus hijos de esta forma tan premeditada. Pero efectivamente, ella estaba convencida de que el mundo que quedaría después del régimen nazi no merecía ser vivido”, asegura Muñoz Páez.

El cianuro también estuvo detrás de la muerte de uno de los mayores héroes de la Segunda Guerra Mundial, el matemático inglés Alan Turing , quien descifró el código Enigma, utilizado por el ejército alemán. Tras ser condenado por su orientación sexual, fue sometido a una castración química.

Venenos que antes se creía que no dejaban rastro ahora sí se pueden detectar

“Eso alteró su organismo de una forma brutal, lo hizo impotente, le crecieron las mamas, y pudo afectarlo mentalmente”, dice Muñoz Páez sobre Turing, quien finalmente se quitó la vida al morder una manzana envenenada. “Desde pequeño, él estaba obsesionado con la bella durmiente, que tuvo el mismo final”, dice la autora.

El talio también se abrió paso durante el siglo XX. Al igual que el arsénico, el talio no tiene sabor ni olor y tiene una ventaja adicional: no hace efecto hasta dos o tres días después de ser ingerido, lo que ayuda a eliminar los rastros de asesino. “Mientras gobernaba Irak, Sadam Hussein lo utilizaba con sus enemigos de alto nivel. Los despedía con un té en la frontera y, si no eran diagnosticados, morían”, apunta Muñoz Páez.

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Alexander Litvinenko, en un hospital de Londres en noviembre de 2006

 Natasja Weitsz / Getty

Ya en el siglo XXI, el polonio generó un alto impacto, al matar en 2006 en Londres al antiguo miembro de la KGB Alexander V. Litvinenko. “A diferencia del resto de los venenos en el libro, no es un veneno químico, sino una sustancia radioactiva. Este envenenamiento llamó su atención por su crueldad, ya que fueron tres semanas de agonía, y por su altísimo coste, ya que para fabricarlo hacía falta un reactor nuclear”, detalla la química.

A pesar de su oscura historia, los venenos también pueden servir para ofrecer una muerte digna. “Nos volvemos a encontrar con la inyección letal y la cicuta de Sócrates, con un sedante fuerte y una sustancia paralizante, que pueden servir para que muera una persona con una vida tan dura que no quiere seguir viva”, apunta la autora, que profundiza este tema en su libro La buena muerte. Eutanasia para profanos (Debate).


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